Bien sabemos que los biblotecarios nunca han tenido una buena imagen en la sociedad. Por ejemplo, Calvin & Hobbes ya mostraban su alarma ante el riesgo de tortura cuando descubrieron que se les había olvidado que tenían que devolver un libro a la biblioteca, pero que un bibliotecario llegase a ser realmente un ser monstruoso, a no ser que fuese en una película de vampiros, creo que jamás se había dado hasta este momento.
R.L. Stine es un conocido escritor de literatura de terror infantil que ha escrito distintas series destinadas a horquillas de edades adolescentes y pre-adolescentes. Entre las editadas en España, nos encontramos con Pesadillas, Escalofríos o la Calle del Terror, cuyo éxito sorprendió a la propia editorial antes de que se comenzase a editar otro de los éxitos editoriales juveniles más importantes de los últimos años y que todavía no ha llegado a su final: Harry Potter.
Ante tanto niño enganchado a la lectura, que nadie criticó ni yo tampoco por supuesto, los investigadores trataron de buscar explicaciones al éxito de este tipo de literatura y llegaron a una conclusión sorprendente: Simplemente, se trataba de escribir una y otra vez el mismo tipo de libro. Y digo sorprendentemente porque esta situación no difiere en exceso de la literatura adulta en la que los escritores suelen repetir los mismos esquemas y patrones buscando la satisfacción de cierto tipo de público.