A la hora de escoger nuestra próxima lectura nos enfrentamos con innumerables opciones literarias. Nuestros gustos acotan en gran medida nuestra elección, pero aún así, la oferta es tan amplia (y la vida tan corta) que necesitamos un punto de referencia, algo o alguien que nos oriente.
Conozco gente que elige sus lecturas siguiendo la estela de los premios literarios que, en teoría, deberían ser una garantía de calidad, ya que quienes los otorgan son eruditos y escritores de renombre. Pero, en vista de los recientes acontecimientos que se produjeron en la entrega de los Premios Planeta de este año, en los que los propios miembros del jurado reprocharon tanto a la ganadora, Maria de la Pau Janer, como al resto de los candidatos, la “insuficiente calidad literaria” de sus novelas; hace que tengamos que plantearnos el verdadero valor de este tipo de premios.
En el caso de los Premios Planeta, al ser otorgado por una editorial, podemos alegar que se trata de un premio puramente comercial, en el que priman las ventas por encima de la calidad; pero éste no es el único caso de un premio literario con polémica.
Apenas unos días antes, un miembro de la reputada academia sueca de los Premios Nobel de Literatura, abandonaba ésta por considerar que, con la concesión el año anterior de uno de estos premios a la escritora austriaca Elfriede Jelinek, su valor se había desvirtuado .
Si no podemos confiar en los premios literarios para evaluar el valor de una obra, ¿cuál puede ser nuestro referente? ¿la lista de best-seller?
Siempre he considerado que, el hecho de que un libro sea leído por todos es una prueba más de la capacidad comercial y publicitaria de su distribuidor y de las modas, que de la calidad del mismo. Evidentemente, no podemos meter todos los best-seller en el mismo saco: los hay que han demostrado con creces su calidad y consiguen, año tras año, un número considerable de lectores y adeptos. A mí personalmente, en este tipo de libros “que hay que leer porque todo el mundo lo hace”, me gusta esperar a que el tiempo cribe los que realmente valen la pena.
Está claro que, visto lo visto, tanto los premios como las listas de superventas apenas pueden orientarnos. Así que, además de dejar nuestra elección al azar, sólo nos queda la opción de recurrir a la recomendación de un buen amigo cuyos gustos literarios se asemejen a los nuestros, o por contra, cuyos gustos sean completamente opuestos y nos ayuden a descartar los libros que a él le gustan. O también, a falta de un buen amigo, recurrir como Robotman a los críticos, siguiendo el mismo criterio.
En cualquier caso, buena suerte.