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Etiqueta: Documentación

Catalogar vs. indexar

Uno de los mayores pecados que puede realizar un documentalista o un bibliotecario es pronunciar la palabra tabú: NO. «No está, no existe o no se puede hacer» son frases que en algunas ocasiones lanzamos casi de forma automática casi sin percatarnos bajo la presión de una consulta de información de un usuario urgido por la necesidad, casi sin tiempo para realizar una segunda reflexión. Tal vez deberíamos adoptar una actitud mucho más positiva, o idealista según se mire, como hacen los informáticos, siempre dispuestos a decir que sí y para posteriormente convertirlo en un «ya veremos». Es posible que esa negatividad manifiesta surja de los documentalistas porque somos capaces de situarnos en el lado del usuario, conscientes de la problemática que éste se va a encontrar cuando comience a utilizar una aplicación, una página web, una interfaz que ataca una base de datos. Es por ello que siempre estamos dispuestos a situar un «pero», cuando consideramos que el bosque es mucho más extenso de lo que creen nuestros amigos, los informáticos, en un momento. Así pues, deberíamos cambiar nuestra actitud, colocar siempre el SÍ ante cualquier otra consideración y luego ya nos preocuparemos de cómo salimos del entuerto, simplemente a modo de supervivencia.

Digo esto porque recientemente, revisando una de las revistas informáticas más populares de España, me encontraba con una columna de opinión de un informático que atacaba la catalogación, las folksonomías y por extensión la documentación en un entorno donde Google podía hallarlo todo. Concretamente, a modo ilustrativo, nuestro informático consideraba que no necesitaba clasificar los correos que le llegaban, puesto que utilizando una serie de palabras clave podía localizar el email perdido en la avalancha de su buzón. Al mismo tiempo, creía que el etiquetado social, el tagging, era una actividad prescindible puesto que el superalgoritmo googleliano bien podría resolvernos la papeleta sin necesidad de andar perdiendo el tiempo en la gestión de la información personal.

Qué crueldad. En diez años, Google nos ha jubilado. Nos hemos convertido en prescindibles, en una figura cómica al lado de la compleja programación desarrollada desde Mountain View, creo que es el momento de acabar con esta farsa… En realidad, somos unos tecnófobos redomados, realicémonos un harakiri colectivo y entonemos un mea culpa. Somos unos obsoletos digitales

Sin embargo, no estamos más lejos de la realidad. Por ejemplo, seguramente nuestros lectores dispondrán de una cantidad mayor de ejemplos, me pregunto, ¿ha intentado recuperar información de una base de datos de un medio de comunicación? ¿Ha utilizado los sistemas de búsqueda en los archivos que los medios de comunicación disponen en sus webs? ¿Ha utilizado a Google para ello? ¿Cuáles han sido los resultados? Yo se lo diré, la experiencia manda: O sabe lo que busca, colocando específicamente las palabras mágicas publicadas en el texto que busca o difícilmente va a encontrar lo que desea. O lo ha leído previamente, o va a ser complicado encontrar nada y simplemente el silencio será estruendoso.

Hay que tener en cuenta que el trabajo que se realiza desde la parte humana en la descripción de la información, ya se trate de palabras clave, pequeños resúmenes o el control del vocabulario, es valor añadido a la información. Es relativamente sencillo perderse dentro de una base de datos documental en la que se vuelcan diariamente informaciones sin el menor control del vocabulario. Si se trabaja dentro de un medio de comunicación, lo primero que se aprende es que los propios periodistas utilzan conceptos y palabras distintas enfocados en un mismo tema, que una noticia seguimiento de una información anterior no tiene porqué necesariamente hacer referencia directa a la previa y a la hora de recuperar ambas la desambiguación es completamente necesaria.

Porque el informático podrá considerar que es posible indexar toda la información que se produce diariamente en un medio de comunicación impreso, sin embargo lo que los documentalistas ponemos sobre la mesa son las dificultades a la hora de recuperación, ordenación de resultados y pertinencia de los mismos. Sin embargo, a veces nos quedamos en un NO y una sonrisa, lo que no es suficientemente significativo para nuestro interlocutor y no aportamos valor añadido a la discusión. Sí, es cierto, el motor de búsqueda recuperará información si colocamos las palabras mágicas, las que conocemos que el texto contenía, aunque no siempre las conoceremos de antemano. Dispondremos en nuestra cabeza de conceptos y sinónimos, el rico lenguaje natural, sin embargo no siempre podremos atacar una base de datos con ellos y recuperar información, no recuperaríamos nada y será entonces cuando algo realmente no exista, a pesar de que realmente no lo habremos recuperado.

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Como fuente en «Documentación Empresarial» de la Universidad de Murcia

Comienzo a convencerme que los balances anuales de las actividades, ya sea en la empresa, como profesionales o dentro de las instituciones; no deberían realizarse a finales de año, sino cuando se supera el mes vacacional por excelencia: Agosto. Es durante este periodo de tiempo cuando una gran cantidad de nosotros desconectamos en mayor o menor grado -los que podemos disfrutar de ello, claro- tomándonos un descanso o relajándonos, huyendo de los ordenadores y sus escritorios, de Internet y sus velocidades de vértigo. Es a la vuelta cuando nos detenemos para mirar con la distancia que se merece el camino recorrido y el que queda por recorrer, hacer balance de lo obtenido, disponernos a aprender de los errores y fijarnos nuevas metas.

Por nuestra parte, retomamos la actividad tras el periodo estival, afirmando que no somos dignos, tras descubrir que aparecemos dentro de la Bibliografía Básica en una asignatura impartida por la Universidad de Murcia bajo el título de Documentación Empresarial. Aunque agradecemos que el profesor/a nos haya tenido en cuenta a la hora de recomendar los contenidos para sus asignatura, comenzamos a sentir la Espada de Damocles de la responsabilidad bajo nuestras cabezas. Esperemos que durante este curso no decepcionemos y eso que no siempre gustamos ni interesamos o seamos contemplados con cierta reticencia.

En cualquier caso, como siempre, a todos, gracias por seguir ahí.

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El servicio de documentación de «El Mundo» de mudanza

Los centros de documentación de los medios impresos suelen ser uno de los grandes olvidados dentro de la gestión de un periódico (mucho más si se trata de periódicos regionales o pequeños), de hecho, suele tratarse de secciones un tanto deficitarias en cuanto a personal y medios en el trabajo diario. Además, es difícil que estas secciones aparezcan reflejadas en los distintos suplementos especiales que los medios publican en ocasiones especiales como aniversarios, cambios de diseño, actualización de rotativas o se produce un cambio de sede, que es nuestro caso. No es infrecuente que la dedicación diaria, al igual que en muchos otros centros de estas características, pase completamente desapercibida dentro de la vida de un medio, convirtiéndose, en ocasiones, en un lugar donde sólo se oyen gritos cuando algo no se encuentra y pocas felicitaciones cuando algo terriblemente complicado de obtener es hallado con mucha paciencia y tesón.

Como trabajo en un medio de comunicación, siempre ando con ojo avizor por si aparece en prensa alguna descripción del trabajo que se hace en estos lugares. De esta manera, recogimos el trabajo diario que se realiza dentro del diario Levante-El Mercantil Valenciano y en el diario El País en dos textos; hoy es el turno del diario El Mundo.

Aprovechando su mudanza de su antigua sede a la nueva, la edición digital nos ofrece algunas curiosidades y fotografías sobre el traslado y dentro de este suplemento especial podemos encontrarnos con el departamento de documentación trasladando materiales junto a la superficie que éste ocupa tanto en su nuevo edificio como en el antiguo.

El equipo recoge los bártulos

Situación del departamento de documentación antiguo edificio El Mundo

Situación del departamento de documentación en la nueva sede de El Mundo

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Tecnófilos y tecnófobos en Biblioteconomía

Cada vez más frecuentemente, me encuentro con personas que o bien estudian la carrera de Biblioteconomía y Documentación, o bien conocen a alguien, un hermano/a, un amigo/a; que se está formando en ella. Mi sugerencia durante la conversación, o más bien una de mis preguntas, es si conocen este blog (Sí, el orgullo del bloguer me temo), aunque para ser sincero la mayoría de las ocasiones me contestan negativamente. No me decepciona, me parece sugerente que descubran éste y otros espacios similares si tienen curiosidad, pero lo que me parece grave es que asiduamente, con una frecuencia más de la deseable, se me contesta: "Es que no me/le gustan los ordenadores". A lo que yo respondo: "Ah, tú eres de esos".

Cuando comencé mi carrera universitaria, y por lo visto hoy también podríamos hacerlo, podíamos distinguir dos tipos de estudiantes: Los tecnófobos y los tecnófilos. Si eres del segundo grupo te desvives por el mundo de la tecnología y, por lo visto, esto es cierto ahora y lo era entonces. Para poneros un ejemplo os contaré que por entonces no se ofrecían correos electrónicos desde las universidades  todos los alumnos, al menos en la Universitat de València no lo hacían así, y tenías que solicitar el alta de un correo a través de un departamento. Es decir, tenías que obtener la firma de un responsable para poder disfrutar de una cuenta de correo. Obviamente, algunos llegaban a hacerlo, otros sin embargo nos conformábamos con seguir fuera de Internet (Aunque hoy tenemos hasta 5 cuentas de email) cuando todavía existían servidores Gopher y estos eran moneda corriente en las Universidades.

Se daba la paradoja que mientras unos se dedicaban a rellenar papeles para obtener una cuenta de correo electrónico, otros preferían no acercarse a un ordenador mientras trataban con cabezonería seguir entregando sus trabajos escritos a máquina, considerando que los ordenadores eran para élites, y es que lo eran. En aquella época, los ordenadores eran muy caros. La propia Facultad de Historia, que era donde se nos impartían clases, disponía de una sala de ordenadores muy justa con antiguos Macintosh que fueron a lo largo de tres años cambiados por PCs, aunque el control sobre horarios y usos siempre brilló por su ausencia.

No voy a negar que hubieron siempre los tecnófobos en esta carrera. Singularmente se trata de gente de letras que acudía a la Biblioteconomía como último baluarte del mundo seguro del libro, allí donde la tecnología podía ser prescindible, donde el papel no sería jamás maltratado ni minusvalorado frente a las nuevas corrientes tecnológicas de comunicación. Allí podrían encontrarse seguros, imaginando un mundo cerrado y hermético donde la impermeabilidad y la introspección constituirían un máximo exponente, pero obviamente todos nos equivocábamos.

En 1997, la informática asomaba con fuerza en el mundo bibliotecario. Eran las asignaturas más duras y los profesores que trataban de impartir sus clases a personas que apenas podían concebir lo que era un bit o un baudio. La simple visión de las fórmulas matemáticas les aterrorizaban cuando aparecían en el encerado, provocando suspiros y quejidos que obligaban a los profesores, todos santos por su paciencia, a sonreír a invitar a no asustarse. La fórmula matemática era necesaria para la explicación, pero, se aseveraba, sería la única que aparecería y no saldría en el examen. Alivio en la sala.

Sin embargo, las fórmulas siguen apareciendo año tras año, aumentando su complejidad y cuerpo. Porque la base matemática sigue siendo fundamental para el desarrollo de muchas de las áreas que abarcan el mundo de la Documentación y la Biblioteconomía y han llegado para quedarse. La estadística es la base de la Bibliometría y la Cienciometría, pero también de los estudios de usuarios, las auditorías informativas y de cómo cuadrar las cuentas de un departamento o una biblioteca. La Ciencia debe asomarse constantemente en los planes de estudios en las asignaturas de la Biblioteconomía y los alumnos cargar con ello, puesto que las Matemáticas también rigen su área de conocimiento y son completamente necesarias.

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Fesabid 2007: ¿Fractura 2.0?

Fesabid 2007No sé si soy yo, pero repasando los textos que ya redactamos de nuestra experiencia en el Fesabid anterior, parece que lo que ya dijimos entonces podría ser perfectamente trasladado a lo que ha sucedido en éste. No vamos a negar que este congreso empezó con gafe, con una polémica sobre la conveniencia o no de abrir un blog para estas jornadas, pero lo que fue bastante evidente teniendo en cuenta el programa era que se iba a hablar y mucho de la Web 2.0 y la Biblioteca 2.0 y lo previsible sucedió.

Puede ser que tengamos que rendirnos a la evidencia de que el efecto Buzz funciona a la perfección, por lo que había mucho interés entre los profesionales de la información por saber lo que es la Web social y su impacto en las bibliotecas y centros de documentación, pero lo que se había planificado para aquellos tres días daba para eso y mucho más.

Porque las Jornadas del Fesabid 2007 iniciaban su primer día fuerte con una mesa redonda sobre el futuro de los buscadores, que obviamente iba a estar impregnada por la nueva forma de generar información en Internet gracias al nuevo concepto derivado de los wikis y las bitácoras, y además a medio acto se inauguraba la mesa redonda de los blogs y la biblioteca 2.0 de la que fui partícipe y ya dimos merecida cuenta. Pero lo que no se puede negar es que, posteriormente, aquellos que llenaron aquella sala, llenaron las siguientes, es decir, las mismas personas que presenciaron la mesa de blogs, también estuvieron presentes, y de qué manera, en la siguiente mesa rendonda que portaba el título de Biblioteca 2.0: ¿el futuro de los OPACs? Eso sí, no se calculó bien el interés que despierta esta nueva concepción de la Red y las salas se convirtieron en una suerte de saunas que torturaron en buena medida a los que se encontraban sentados en las sillas, pasillos o huecos disponibles de las abigarradas habitaciones.

Una impresión general que todavía me impregna es que según iban desgranándose poco a poco los contenidos de aquel congreso, nos encontrábamos frente a dos corrientes diferenciadas, como si se estuviesen sucediendo tres congresos a la vez de una forma simultánea, como si las distintas corrientes en la Biblioteconomía y Documentación actual, se hubiesen puesto de acuerdo en concentrarse en un único punto, pero nada más, como si no quisiesen verse a pesar de ser perfectamente conscientes las unas de las otras.

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Centros universitarios donde se imparte Biblioteconomía y/o Documentación

Álvaro Cabezas nos alertaba hace poco de la situación que se está dando en la Universidad de Salamanca donde el número de estudiantes que empiezan la carrera de Biblioteconomía y Documentación está descendiendo por lo que la propia Universidad está comenzando a tomar medidas. Las razones de esta situación, a parte de que ésta es una carrera completamente vocacional y que los problemas se extienden a todas las carreras universitarias, se pueden atribuir a la demografía, la competitividad entre las distintas universidades, aparición de nuevas carreras e incluso una sobreoferta en los estudios universitarios.

En cualquier caso, la enseñanza de la Biblioteconomía y la Documentación en España se encuentra un tanto fragmentada presentándose primero un módulo de Formación Profesional, después la carrera universitaria de Diplomado en Biblioteconomía (3 años), la enseñanza superior en forma de Licenciatura en Documentación (2 años) y la creación progresiva de nuevas carreras afines, mientras se plantea la reforma de la enseñanza universitaria para la convergencia europea hacia el Título de Grado en Información. Por ello, nos limitaremos a recoger los centros universitarios donde se imparte la enseñanza superior de Biblioteconomía y Documentación actualmente, esperando que sirva de guía inicial para aquellos que quieran introducirse en esta apasionante, a la vez que sufrida, profesión:

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Glosario sobre auditorías de información

Actividades de apoyo
Procesos en los que se pueden segmentar las actividades estratégicas de una empresa para facilitar la consecución y seguimiento de éstas.

Actividades primarias
Actividades asociadas a la funciones nucleares, básicas o fundamentales, de una organización. También se denominan core business.

Análisis de necesidades de información
Proceso planificado, sistemático, para determinar las necesidades de información de los diferentes grupos de usuarios o clientes con el objetivo de desarrollar productos de información dirigidos especialmente a cada grupo y necesidad.

Auditoría
A grandes rasgos, conjunto de métodos y técnicas con los que se pretende estudiar, descubrir, identificar y evaluar algo.

Auditoría contable
Proceso de auditoría que consiste en examinar los registros contables de una empresa para revisar irregularidades y asegurarse de que se ofrece una imagen fiel del patrimonio de la empresa. También denominada auditoría financiera o auditoría externa.

Auditoría de gestión
Véase auditoría interna

Auditoría de la calidad
Examen independiente y sistemático para determinar si las actividades de calidad y los resultados relacionados con éstas cumplen las medidas planificadas, y si estas medidas se llevan a la práctica de modo eficaz y son adecuadas para alcanzar los objetivos.

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