La pasada semana, leyendo a un columnista tecnológico bastante popular, me sorprendía cuando utilizaba Nube refiriéndose indudablemente a la Internet de forma genérica. Este comunicador señalaba que una aplicación del iPhone se conectaba a El País para descargarse la información, pero en vez de denominar esta acción como conexión a la Web, lo definía como conexión a la Nube. Ya hemos reflexionado aquí mucho sobre los continuos cambios a la hora de designar las cosas, la creación de nuevos términos y mucho más si se trata en el sector tecnológico. El término Web 2.0 está tan manido que ya se huye de él y precisamente el de Web Social, buscando sustituirlo, tiene una serie de connotaciones que no se ajustan al anterior y algunos sugieren que en realidad el primero engloba al último. De forma bastante similar ha sucedido con los términos multitudes inteligentes o inteligencia colectiva que reinventados como inteligencia de enjambre que no acabó de cuajar, aunque desde luego este último dispone de mi simpatía.
Puede ser que Internet sea uno de los entornos más sujetos a los cambios de tendencias y a la reinvención de las ruedas, como alguien me señaló en cierta ocasión, aunque, todo hay que decirlo, es precisamente uno de los lugares donde la información se mueve a mayor velocidad y donde su intercambio se produce de forma más acelerada. Tal vez por ello, la Web deba estar redenominándose tratando de adaptarse a las nuevas tendencias, al mismo tiempo que urge a la rápida adopción de las mismas para que la máquina no deje de funcionar nunca.
Sin embargo, es justo decir que los nuevos bautizos surgen gracias a los nuevos conceptos y puede que ante el éxito de uno, los nichos de mercado similares lo adopten rápidamente y de forma no distintiva, provocando confusiones y el cruce de fronteras que provocan la confusión más allá de la aclaración de los términos.
Porque, volviendo a mi columnista, en esta ocasión el iPhone se descarga información a través de la Web sin pasar por un navegador, que siempre ha sido la forma más tradicional de conseguirla. No se trata de un RSS, ni de un correo electrónico sino de un software finalista para las alertas informativas, aunque esta idea también la habíamos visto en este mismo sitio web en forma de aplicaciones de escritorio. Por lo tanto, en este caso, la Nube describe un ente abstracto que no hace referencia a los mecanismos tradicionales a la hora de obtener información de la Web, aunque obviamente el proceso es bastante similar.
Es posible que el concepto Nube esté desplazando a la Web (Telaraña en inglés) debido a la rápida penetración de la ubicuidad (se encuentra en todas partes gracias a las conexiones inalámbricas) dentro de nuestra sociedad. Si hace unos años, la Web en el móvil, sí hablo del WAP, parecía una broma comparada con lo que se veía a través de un ordenador y un navegador de escritorio, el iPhone y el desarrollo de navegadores específicos para móviles, por ejemplo el Opera Mini, junto con el desarrollo de redes WiFi están trasladando el concepto de Internet ligado a un ordenador, una mesa y una silla, a casi estar disponible en cualquier dispositivo imaginable.
Pero esta Nube no es más que una reinvención de otro término, el Grid Computing o computación distribuida mediante el cual una serie de ordenadores se conectaban simultáneamente para la realización de cálculos, almacenamiento y procesos de forma coordinada y más barata que si de grandes supercomputadores se tratase. De Grid Computing, pasamos a Cloud Computing, aunque esta vez la necesidad de darle una capa de barniz era más comercial y centralizada y de ahí lo de Nube, mediante el cual una serie de empresas contrataban la capacidad de cálculo de servidores de tercero para el alojamiento o procesamiento de información de tal manera que el coste fuese inferior que disponer de un servidor dedicado propio.
Sin embargo, la metáfora de Cloud o Nube es demasiado romántica para dejarla escapar, así que aprovechando todo el marasmo de aplicaciones destinadas a la Web 2.0, donde el trabajo ya no se realiza en el escritorio de uno sino en la Web y en servidores ajenos, los difusores de los beneficios de la Web 2.0 decidieron quedarse con este término convirtiendo casi todo el trabajo que se realiza en la Web en trabajo que se realiza en la Nube.
Nube porque nuestros documentos (Google Docs o Zoho), correo electrónico (Gmail o Hotmail), fotografías (Flickr o Microsoft Live), vídeos (YouTube o Dalealplay) e incluso marcadores se quedaban en sitios webs, en ordenadores y servidores ajenos a los usuarios, cambiando nuestra forma de trabajar y permitiendo que nuestros trabajos y datos personales los gestionasen otros.
En fin que si la Web es sólo una parte de Internet, aunque utilicemos estos términos casi de forma indistinta, es posible que la Nube pase a ser un sinónimo de la Web a pesar de que sólo se trate de un subconjunto de ella, subconjunto al mismo tiempo de la Web 2.0; pero en realidad no importará en exceso porque la máquina deberá seguir funcionando.
¿Para cuándo la Nube 2.0?