¿Es grave, doctor? Hace unas semanas que no las consultaba, siempre bloqueadas sin razón aparente, desconectadas, enfurruñadas. Puede que se tratase de un error de mi ordenador, – sí, sí reinicié y comprobé si se encontraba conectado a la red –, puede que el fallo se encontrase en mi conexión – ahora es la Red –, dejemos a parte si era por aquí o por allá. Pero así andaba yo, sin referentes, ¿qué andarán haciendo mis visitantes? ¿Seguirán acudiendo a aquí o se habrán ido a otra parte?
Así que, doctor, de repente me vi sometido a una especie de sopor. Ya nada me importaba, escribir se me antojaba una tarea titánica, las musas, si es que alguna vez dispuse de alguna de cualquier tipo, decidieron marcharse a torrarse a la playa. Lo intenté todo, ¿sabe usted? Intenté probar con Google Analytics, pero me decepcionaba, no disponía de los datos a tiempo real, traté de seguir su consejo probé con Reinvigorate pero a pesar de sus colores tan atractivos y su formas sinuosas, mire usted, que no, yo quería mis estadísticas del Statcounter de toda la vida.
Sí, lo sé, lo sé. Sólo dispongo de acceso a los últimos 500 registros, que pueden ser muy escasos, pero quién quiere saber lo que hicieron las últimas 10,000 visitas. Ellos se pasean y yo me paseo por las huellas que van dejando de forma inconsciente antes de que las olas de las playas emborronen su trazada. Pero, ¿no es eso lo que hacemos todos aquellos que nos paseamos por la web como si eso fuese algo que llevamos haciendo toda la vida?
Pero es que los quiero ver, descubrir qué páginas son las más populares, si lo que recién escribo tiene su pequeño momento de gloria a pesar de ser efímero, si el ir de aquí para allá me inspira realmente o me encuentro más obsoleto de lo que realmente me siento.
¡Ay doctor! Que casi me abandono, que me dejé de tomar las estadísticas y casi me pierdo, tirando la toalla. Pero no me culpe, se lo prometo por los disgustos que este blog me ha aportado. Que yo lo quiero mucho, pero que me hace pasarme estas tardes de verano replanteándome si la Internet va a la izquierda o a la derecha, si arriba o abajo, o simplemente no va. ¿No le recuerda un poco a su vida?
Pero no se preocupe mi querido galeno, que estas pastillitas ya no se me olvida ingerirlas nunca más, aunque se traten de veneno. No sea que de dos semanas pasemos a un mes y me dé por olvidarme qué es eso de darle al botón de publicar sin percatarme de que el blogueo, si se quiere, no da beneficios, salvo un momento pequeño de adrenalina del no saber qué se está diciendo.
Por cierto, ¿tiene algo para eso?
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