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Etiqueta: Bibliotecas

Un nuevo ejemplo de la biblioteca como centro integrador

El pasado 8 de enero, el diario Levante publicaba un artículo sobre un nuevo servicio que la Biblioteca General de Gandia había desarrollado cuyos usuarios objetivo son los inmigrantes que residen en esta ciudad de la comarca de la Safor. Esta biblioteca, pionera en España en la aplicación de este sistema, oferta un servicio mediante el cual se permite la impresión de diarios de cualquier país del mundo el mismo día de su edición. Con ello, se persigue a animar a muchos extranjeros a acercarse hasta la ella y participar en sus actividades.

La impresión de periódicos, dentro de una amalgama de doscientos pertenecientes a los cinco continentes, es posible gracias a un sistema vía satélite que envía la información necesaria para la publicación de estos ejemplares. Aunque el sistema se utiliza en gran medida en hoteles y aeropuertos, el caso gandiense es el primero en el que los ejemplares son gratuitos. El éxito en su aplicación y la gran aceptación de este sistema ha provocado que la dirección general del Libro y de Bibliotecas de la Generalitat Valenciana haya solicitado a la coordinadora de la Junta Multicultural de Gandia, Gisela Sendra, que explique las acciones desarrolladas en esta ciudad con el fin de aplicarlas, en la medida que sea posible, en otros municipios valencianos.

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Blade: El caza-vampiros visita la biblioteca vampírica

El personaje de Blade/Eric Brooks apareció por primera vez en Marvel Comics’ TOMB OF DRACULA #10 en Julio de 1973. Aunque este personaje en papel tan sólo tenía la capacidad de no sufrir los efectos de las mordeduras de los vampiros, en su traslación a la gran pantalla de 1998, los guionistas decidieron aproximarlo mucho más al mundo vampírico otorgándole los poderes que los vampiros poseen, además de darle la capacidad de tolerar la luz solar.

El éxito de la primera película Blade, que se trata de mera película de acción un tanto irregular, animó a Hollywood a producir dos películas más, aunque a nosotros tan sólo nos interesa la trama de la primera película por la aparición de la biblioteca. Así, la primera Blade nos muestra un mundo en el que los vampiros viven ocultos gracias al gran poder político que poseen, sin embargo el viejo orden simbiótico con los seres humanos, o al menos con una minoría de ellos, conducido por los denominados Pura Sangre (Vampiros nacidos vampiros, no convertidos por una mordedura) está siendo amenazado por las presiones que los no Pura Sangre ejercen encabezados por Deacon Frost.

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Las inversiones en bibliotecas valencianas bajo mínimos

Ayer, los principales medios de comunicación impresos de la Comunidad Valenciana (Levante, Las Provincias o El País) se hacían eco de la presentación dentro del marco del V Saló Valencià del Llibre del informe de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez sobre el estado de las bibliotecas públicas en España durante el periodo 2000-2003. Aunque en septiembre de este mismo año, el informe ya fue presentado en Salamanca, no creo que esté de más recordar los datos que el documento desprende.

Así este documento pone de relieve que la red de bibliotecas valencianas, compuesta por medio millar de centros, se encuentra entre las más atrasadas de España de promedio en fondos, inversión y préstamos. El gasto público en la Comunidad Valenciana en la materia de bibliotecas es de 4,38 euros por habitante al año, dos euros inferior a la media española, que se sitúa enlos 6,36 euros y muy por debajo de la media europea que se sitúa en 17,54 euros. Esto trasladado porcentualmente se traduce en un 42% menos de inversion que destinan las administraciones públicas valencianas en materia de bibliotecas sobre el resto comunidades autónomas de España.

Sobre los indicadores referentes a dos factores que determinan la calidad del servicio de éstas, el nivel de diversificación de soportes y la capacidad de renovación de fondos, los datos no son mejores. Mientras que en España la incorporación de nuevas creaciones a los centros es de 67 libros por cada 100 habitantes, en la autonomía es de 53, mientras que en Valencia ciudad la cifra baja a 36. En cuanto a los índices de préstamo, la media valenciana (0,7 libros por habitante) se sitúa por debajo de la española (1,05), siete veces menos,que a su vez mantiene casi cuatro puntos de diferencia respecto a la europea (4,8). De nuevo el dato más negativo corresponde a la ciudad de Valencia (0,6), mientras que los indicadores de las ciudades de Alacant (0,68) y Castelló(0,75) son mejores.

La Comunidad Valenciana, con 1,11, supera ligeramente la media de libros en bibliotecas públicas por habitante, situada en 1,08 (la ciudad de Valencia tiene 0,6 libros por habitante); pero diversifica menos su oferta: dispone de 52 documentos sonoros, audiovisuales y electrónicos por cada 1.000 habitantes frente al promedio de 76 documentos. Su índice de renovación anual es del 6 %, frente a una media del 8,3 %. Mientras que dispone de1,5 ordenadores conectados a Internet en las bibliotecas frente a los 1,8 del conjunto de España.

A pesar de todo ello, el porcentaje de valencianos inscritos en bibliotecas (el 19,1%) es parecido a la media (20%), aunque ésta venga influida por comunidades como la gallega, donde sólo lo está el 8,4%.

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Libros prohibidos en el Siglo XXI

Los libros como elementos comunicativos del saber y de las ideas de los seres humanos han sido objeto de persecuciones y censuras de todo tipo, desde parciales a totales. Un ejemplo significativo es el que nos dio la Iglesia Católica, hubo un tiempo en el que esta institución dentro de su doctrina moral nos señalaba con severidad lo que no debíamos leer. De hecho, las publicaciones prohibidas eran tan numerosas que la Iglesia tuvo que empezar a componer un listado de todos ellas, recibió el nombre de índice de libros prohibidos – Index Librorum Prohibitorum – que fue mantenido desde 1559 hasta la próxima fecha de 1966 y abandonado definitivamente durante el papado de Pablo IV dentro de los preparativos del Concilio Vaticano II. Con esta recopilación se buscaba la prevención de la lectura de libros o trabajos inmorales que contuvieran errores teológicos, además de evitar la corrupción de los fieles católicos. Pero no sólo se prohibía a sus fieles que leyesen tal o cual libro, incluso, se iba un poco más allá; organizando juicios para que el autor de aquello publicado, y que a la institución considerase inmoral, defendiese sus tesis en un tribunal de justicia de la Santa Inquisición.

Este Index ejemplariza perfectamente los intentos reiterados de control al que el libro ha estado sometido a lo largo de su Historia y particularmente desde la aparición de la imprenta. En cualquier caso, no debemos olvidar que no han sido las instituciones religiosas las únicas que tratan de ajustar lo que se afirmaba en los textos, sino que coetáneamente también los distintos monarcas del Antiguo Régimen trataron de controlar la edición y publicación de libros a través de los Privilegios reales de Impresión. Así que, más o menos, todo elemento que ostentente el poder, ya se trate de dictaduras o no, u otros elementos próximos a él (organizaciones morales, poderes fácticos, agentes económicos…) han tratado de controlar y limitar la circulación de la información y el desarrollo de nuevas ideas no correspondientes a sus deseos o pareceres.

Desde luego que la censura, el control de la información que se difunde, los comentarios críticos, el pensamiento discordante ya no se limita tan sólo al material impreso, sino que actualmente es Internet y de una forma particular los blogs, con la connivencia de algunas empresas, los que están sufriendo un nuevo tipo de censura.

Pero en la lucha contra la censura, pasada y actual, siempre podemos encontrar a algunos bibliotecarios que nos recuerdan y difunden nuestro derechos a pensar, opinar y creer libremente sin cortapisas. La American Library Association (ALA) dedica la última semana de septiembre a recordar los libros que por diversos motivos han tratado de ser censurados o simplemente prohibidos dentro de los actos que desarrolla en la Banned Books Week. Lo que se persigue es precisamente una contramedida, esta vez desde una perspectiva positiva, publicitar y defender los libros censurados mediante una lista, un índice si se quiere; a la vez que celebrar y reinvidicar la posibilidad tanto del autor como del lector de expresarse libremente. En definitiva, la denfensa de la oportunidad de leer y ser leído.

Los bibliotecarios norteamericanos entienden este acto como una forma de recordar y defender la Primera Enmienda de su Constitución apoyando la libertad de expresión y pensamiento, así como la denuncia de distintos actos para recortarla. Por supuesto que las bibliotecas y los bibliotecarios participan de una forma activa en esta denuncia destacando en sus instalaciones los libros censurados y apremiando a los usuarios a que los lean. Desde luego que se trata de una gran iniciativa que debería tener su reflejo en España como una forma de evitar la alineación del pensamiento.

Vía – Periodistas21

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Naturalmente, «El nombre de la rosa»

Una vez más, nuestro Libro, asignadle el calificativo que queráis (preferido, de cabecera o lo que sea) recibe un texto y nosotros no cejamos en afirmarnos en su promoción. El pasado 21 de octubre el Diario El País publicó, en su edición valenciana, un texto del profesor de Historia Contemporánea de la Universitat de València Justo Serna sobre "El nombre de la rosa" y su autor con título "Naturalmente, Umberto Eco". No podemos dejar de recomendároslo y os destacamos: "[…] Pero del censo de todos los personajes que poblaban aquella novela, recuerdo con emoción a Jorge de Burgos, un bibliotecario ciego, severísimo, circunspecto, contrario a la risa, guardián del saber heredado. Era, otra vez, un homenaje malvado y cariñoso: a Jorge Luis Borges, claro, el vate ciego, el bibliotecario invidente, el hombre que ya tenía todos los libros leídos y que se alzaba frente a la vulgaridad y la repetición chabacana, frente al esquema rutinario. Borges siempre amó la parodia, la cita, la repetición deliberada y la erudición apócrifa. Jorge de Burgos, no: simplemente no podía soportar que el libro perdido de la Estética de Aristóteles viniera a dar razones a quienes se levantaban contra la gravedad impostada y el poder. […]"
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