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Jesús Antonio Martínez del Vas es autor de Bok, uno de los personajes que más recuerdo de mi época universitaria, aunque a algunas personas no les acababa de convencer. La cita de todos los lunes por la mañana con un nuevo número de la Gaceta Universitaria (GU) siempre llevaba aparejada una nueva tira del estudiante extraterrestre que se encontraba en la Tierra gracias a un programa de intercambio de estudiantes intergaláctico. Las tiras de Bok otorgan un punto de vista muy socarrón al comportamiento de los estudiantes, los profesores y el mundo universitario en general, incluyendo al mundo de las bibliotecas universitarias a la que corresponde la tira de hoy.
Debo de advertir que en esta tira no aparece Bok como personaje, sin embargo podéis consultar muchas de sus aventuras en el archivo de Bok.

Ver Tira Completa
En 1939, Estados Unidos celebraba el 150º Aniversario de su Declaración de Derechos, las diez enmiendas a la Constitución que promulgaron las libertades básicas de sus ciudadanos en la Constitución Federal. Aquel año, la American Library Association (ALA) proclamó The Library Bill of Rights que reflejaba la interpetración que las bibliotecas hacían de la Primer Enmienda de la Constitución en la que se defendía la libertad de expresión y de religión. La Declaración de Derechos fue adoptada el 18 de junio de 1948 y enmendada el 2 de febrero de 1961 y el 23 de enero de 1980.
La ALA afirma que todas las bibliotecas son foros abiertos para la información y las ideas y que las siguientes normas básicas deben dirigir sus servicios.
- Con el fin de satisfacer el interés de sus usuarios y darles acceso a todo tipo de información, toda biblioteca debe poner sus libros y otros recursos a la disposición de todos los integrantes de la comunidad a la cual sirve.
- Toda biblioteca debe proveer información y materiales que representen todos los puntos de vista sobre temas históricos y de actualidad. Ningún material debe ser prohibido ni retirado de circulación por motivos doctrinarios o partidistas.
- En su misión de proveer información sin restricciones, toda biblioteca debe enfrentarse a todo acto y tipo de censura.
- Toda biblioteca debe cooperar con todos los individuos y grupos interesados en oponerse a cualquiera restricción a la libre expresión y el libre acceso a las ideas.
- No se le debe negar a ninguna persona el derecho de usar la biblioteca por motivos de origen, edad, antecedentes personales o punto de vista.
- Toda biblioteca que cuente con espacio disponible para exhibiciones o reuniones públicas, debe ofrecerlo en forma equitativa, sin tener en cuenta la creencia o afiliación de los individuos o grupos que soliciten su uso.
Imaginemos que el cambio climático ha comenzado, aceptemos que funciona con efecto dominó que no necesita de años para mostrarse, sino que en un breve lapso de tiempo la naturaleza es capaz de mostrar todo su poder destructor y puede llegar a congelar todo el hemisferio norte en el plazo de tres semanas (El Sur, como siempre, tiene poca importancia y aquí no se le dedica tiempo). La película apocalíptica El día de mañana nos trata de ilustrar sobre los efectos catastróficos que, supuestamente, podrían llegar a darse si el Hombre no comienza a preocuparse por el medio ambiente, la contaminación, el efecto invernadero y la descongelación de los polos, sobre todo el del norte que es regula las corrientes marinas.
He de admitir que esta película no la hubiese visto si no me hubieran advertido que salía una biblioteca en ella; por lo que con un poco de paciencia y esperando una aparición breve de la biblioteca, la visioné entera. El resultado es un tanto hilarante, ¿Los Ángeles (California) barrida literalmente por cinco tornados?, pero dispone de su fondo moralizante para los estadounidenses (Público objetivo en este caso). Del resto de la humanidad poco se sabe, excepto los amigos japoneses al principio, que sufren una severa granizada que es capaz de matar a un hombre poco avispado, los indios, porque los norteamericanos hacen una conferencia allí, y los mexicanos que son los encargados de acoger a los americanos que huyen hacia el sur para escapar del frío atroz. La vieja Europa tiene un pequeño papel con una estación meteorológica perdida al norte de las islas británicas en la que todos sus componentes mueren, al igual que un escuadrón de helicópteros que son congelados durante la misión de evacuar a la Familia Real Británica (Que suponemos que también mueren, Dios salve a la Reina).
La biblioteca de la Duquesa Ana Amalia en Weimar (Alemania) fue fundada en 1691 en una de las alas del denominado Castillo Verde. Sus fondos se fueron ampliando a lo largo del tiempo hasta alcanzar la cifra del millón de ejemplares. En ella, han trabajado bibliotecaros tan ilustres como Johann Wolfgang von Goethe, que la dirigió a partir 1797, y mantenía una amplia muestra de originales del autor inglés William Shakespeare, además de la mayor colección de ediciones del libro Fausto, unos 2.000 manuscritos medievales y alrededor de 8.400 mapas históricos.

El 2 de septiembre de 2004, la biblioteca sufrió un pavoroso incendio en el que se quemaron 30.000 libros, mientras que 40.000 sufrieron daños de distinta consideración. Una cadena humana de unas 500 personas ayudó a la evacuación de muchos ejemplares que de otro modo hubiesen sido dañados por el agua, el humo o el fuego. Entre los ejemplares que fueron salvados, destacan la colección de Biblias y los informes de viajes de Alexander von Humboldt, aunque también se sufrieron pérdidas como la colección de partituras de la Duquesa Ana Amalia y los libros del primer bibliotecario de Weimar, Daniel Schurzfleisch. Por otro lado, los materiales dañados fueron congelados a la espera de su restauración, mientras que los que se perdieron han tenido que ser reemplazados.
Una tarea que no es para nada sencilla teniendo en cuenta los fondos de los que disponía la biblioteca. El texto que sigue es una explicación del trabajo de restauración que se está realizando actualmente en la biblioteca que trata de rehabilitar el esplendor que una vez tuvo esta biblioteca histórica.
Habiendo llegado al final de mi vida de pobre pecador, con el pelo ya canoso, me dispongo a dejar constancia sobre este pergamino de los hechos asombrosos y terribles que me fue dado presenciar en mi juventud hacia finales del año del Señor de 1327.
Que Dios me conceda sabiduría y gracia para ser fiel narrador de los sucesos que tuvieron lugar en una remota abadía en el recóndito norte de Italia. Una abadía cuyo nombre parece más prudente y piadoso omitir.
Adso de Melk
Al inicio de la película El nombre de la rosa, el monje franciscano Adso de Melk se dispone a relatarnos los hechos acaecidos en una desconocida abadía benedictina con una introducción calmada y misteriosa. La imagen pasa del negro a un fundido mostrándonos unos parajes secos y aparentemente baldíos que la rodean aportando un punto de soledad y abandono muy inquietantes.
Debo de señalar, antes de proseguir, que, en este texto, me voy a ceñir a lo que es estrictamente la película El nombre de la rosa rodada en 1986 por Jean-Jacques Annaud y que desde luego no desmerece la sorprendente novela de Umberto Eco sobre la que se basa. Como ya sabéis, en este blog, hemos recogido ya varios textos dedicados a la novela que tratan de acercarnos a su historia y su significado, una historia que a veces esconde lo que realmente quiere transmitir. Esta vez no vamos a entrar en disertaciones sobre los distintos misterios que la rodean, para ello, tenéis a vuestra disposición los textos: ¿Mentiras en ‘El nombre de la rosa’?, ‘El Nombre de la Rosa’ y su título bien valen un libro y Naturalmente, ‘El nombre de la rosa’, así que sólo abordaremos la trama.
Uno de los aspectos que más me gusta desarrollar dentro de El Documentalista Enredado es la tarea de ir recopilando poco a poco algunos retazos de cómo se abordan las tareas de los profesionales de la información través de los distintos medios de comunicación y la cultura de masas. Así, por ejemplo, tenemos nuestra sección de Bibliohumor en la que vamos recogiendo lentamente algunos chistes gráficos relacionados con el mundo del libro y las bibliotecas, pero es que además, al no tener suficiente con eso, en nuestras secciones de Literatura y Cine, vamos agregando algunos textos o secuencias en las que los bibliotecarios/archiveros y/o sus respectivos centros de información tienen un papel relevante. Sí, obviamente sería como mantener una pequeña sección de la Imagen Social del Bibliotecario, pero sin llegar a convertir a esta bitácora en monotemática, puesto que este sitio web trata de abarcar además otros muchos aspectos que nos tocan de cerca como profesionales.
Hoy, quiero hacer referencia al libro que nos sirve de baluarte a la hora de mantener vivas estas secciones y que nos sirvió (sirve) de inspiración para seguir añadiendo contenidos. Se trata del libro La información y las bibliotecas en la cultura de masas [ISBN: 84-482-2952-5], editado por la Biblioteca Valenciana, en la que comparten textos José A. Gómez Hernández, Plácido Guardiola Jiménez, Manuel Hernández Pedreño y Tomás Saorín Pérez. Por supuesto que este libro va más allá de la tarea que hemos podido desarrollar dentro de esta bitácora, ya que nosotros tan sólo contamos los encuentros accidentales con este tipo de materiales, sino que también abarca el tratamiento que las bibliotecas han tenido en otros medios de comunicación como la publicidad o la prensa impresa y la digital. Por otro lado, hay que señalar que este documento llega a terrenos donde nosotros no nos atrevemos ni a cruzar que es recopilar estos tratamientos, realizar su análisis y tratar de ofrecer conclusiones.
Los foros de los profesionales de la información echan humo tras las declaraciones de Isabel Aguilera, directora de Google Ibérica, tras realizar la afirmación de que “nadie tendrá la necesidad de desplazarse a ellas (las bibliotecas) cuando las tenga en su ordenador”. Paso seguido sustenta esa afirmación señalando que el 10% de la información (imágenes, vídeos, libros, mapas, documentos, cuadernos de bitácoras, etc.) que se genera en el mundo se encuentra actualmente alojada en la Red y es previsible que esta cifra aumente a lo largo del tiempo.
Y no es sólo que las empresas y los particulares estén comenzando a volcar sus contenidos en la Red, es que Google está dispuesta a crear su propia biblioteca bajo el nombre de Google Books Search. Este proyecto de la empresa californiana tiene como finalidad la creación de una inmensa base de datos en la que figurarán desde incunables a libros con derechos de autor ya extinguidos. La previsión de Google pasa por escanear completamente el contenido de un total de 15 millones de títulos. Hoy en día, podemos prever lo que nos deparará el futuro cuando esta basa biblioteca esté disponible, ya que el buscador ha habilitado su pequeña biblioteca particular sobre William Shakespeare. Aquí, además de visualiar gratuitamente las obras del dramaturgo inglés, por ejemplo The Dramatic Works of William Shakespeare, podemos adquirir las obras que nos resulten de interés en alguna de las tiendas electrónicas que Google dispone. Sin embargo, a este macroproyecto problemas no le han faltado desde que se hizo público.