Publicado el jueves, 15 de mayo de 2008 por Marcos Ros
Ya se cumple un año desde que se presentó en sociedad un término un tanto difuso que alguien osó en denominar como Biblioteca 2.0. Hace un año que desde el Sedic se organizó la mesa redonda dentro del congreso del Fesabid, Los blogs en la biblioteca 2.0, y desde la misma organización nos urgen, a aquellos que formamos parte de aquella mesa, para que dediquemos unas líneas a los nuevos avances que hemos hecho, o hemos detectado, en torno a este y poder de este modo hacer balance.
Como es habitual en mí, me veo incapacitado para reducir a unas pocas líneas lo que he vivido y lo que considero sobre este tema. Por lo que saltándome la invitación del Sedic, les sugiero que, si así lo consideran oportuno, que extracten aquello que merece la pena de este texto, porque es imposible que esta reflexión pueda quedarse en unas meras líneas.
Fue Paul Miller el que propuso una definición simplista, a la vez que muy gráfica, de la Biblioteca 2.0 que se reduciría a la fórmula "Web 2.0 + Biblioteca = Biblioteca 2.0". En muchos aspectos, esto es tremendamente reduccionista sobre todo lo que se ha escrito, hablado y opinado sobre este tema, como si se dejase a la Biblioteca 2.0 reposar sobre los aspectos tecnológicos, o más bien en las herramientas informáticas –Claro que esto no es siempre así-.
Los términos blogs, wikis, sindicación de contenidos, folksonomías o redes sociales parecen estar cosidas a la Biblioteca 2.0 como si ésta fuese un conglomerado de todas ellas y que no hubiese nada más detrás,. Aventurándose a definirla sobre estos soportes. Craso error.
Leyendo el libro de Michael E. Casey y Laura C. Savastinuk, Library 2.0 – A Guide to Participatory Library Service, del que realizaré una reseña en breve, tengo la sensación que algo se ha ido perdiendo lentamente en el camino. Ya lo advertía Álvaro Cabezas en su definición Qué es la biblioteca 2.0, si el usuario es el centro sobre el que la biblioteca ha de moverse, qué hemos estado haciendo durante el último siglo. Si la Biblioteconomía moderna se cimenta sobre el servicio al usuario, qué es lo que ha sucedido.
Ha pasado que a la biblioteca le ha salido un magnífico competidor, ante el cual no dispone de armas y ante el que debe considerar: "Si no puedes vencerle, únete a él". Si las Bibliotecas garantizaban el acceso a la cultura y a la información de forma gratuita o con un coste muy bajo para sus usuarios gracias a la Red y Google, dónde se colocan cuando la información es percibida de forma ubicua, cómo moverse cuando los usuarios consideran que no son necesarias para acceder a la información -Un razonamiento reduccionista, lo sé, pero quiero ir un poco más allá-.
Dídac Margaix en su artículo introductorio, Conceptos de web 2.0 y biblioteca 2.0: origen, definiciones y retos para las bibliotecas actuales, y fundamentalmente desarrollado en la explicación de servicios y conceptos de la Web 2.0, señalaba las distintas conceptualizaciones sobre la que distintos autores han incidido a lo largo del tiempo. Algunos han subrayado la tecnología, mientras que otros buscan la innovación como puente seguro en el camino 2.0 que deben adoptar las tecnologías. Margaix nos ofrece un artículo destinado a descubrir conceptos y tecnologías y apenas le queda un resquicio para el carácter no tecnológico de la Biblioteca 2.0 y sobre el que se fundamenta el libro de Casey:
¿Y los servicios no virtuales? Se podría habilitar un espacio en la biblioteca para el bookcrossing entre los usuarios o realizar alfabetización informacional en herramientas de la web 2.0.
De hecho, leyendo el monográfico del mes pasado de la revista El Profesional de la Información dedicado a la Innovación en las Bibliotecas Públicas, encuentro infinidad de elementos que bien podrían estar inspirados en la Biblioteca 2.0. Sin ir muy lejos, y abriendo fuego, el estupendo artículo de Roser Lozano-Díaz, Innovación en bibliotecas públicas: algo nuevo, algo útil, algo de calidad, donde se nos ofrece una muy interesante reflexión que todo Bibliotecario 2.0 ha de tener presente antes de lanzarse a adoptar herramientas 2.0:
La innovación exige en primer lugar tener la conciencia de que aquello que pretendemos llevar a cabo va a ser útil realmente para la biblioteca pública, y en segundo lugar significa poseer la capacidad de saber transportar las ideas del campo imaginario o ficticio al de las realizaciones e implementaciones.
Por tanto, no se trata de tener que "inventar por inventar", elaborar teorías, ni tan sólo significa que tenga que ser proyectos asociados a un proceso de I+D o que impliquen una amplia base tecnológica. Incluso podemos hablar de innovación cuando aplicamos un nuevo método organizativo, transformamos las prácticas internas, la cultura organizacional, el sistema de trabajo, iniciamos el trabajo con calidad, etc.
En definitiva, en la biblioteca pública como en cualquier otra institución de servicios, la innovación debe ser siempre una actitud organizacional, una capacidad que debe impregnar al personal y estar presente en su cultura, en su estructura y forma de trabajar y todas las interacciones ya sean internas o externas.
Es decir, no debemos de caer en la terminología de marketing condenado a extinguirse. Durante estos años de evolución, de blogs hemos pasado a hablar de wikis, de wikis a redes sociales, de las redes sociales pasamos al microblogging, ¿cuál va a ser el próximo paso? ¿Debe una biblioteca adoptar cada una de las herramientas que surgen para, pasado un año, estar demodé?
¿Es posible la Biblioteca 2.0? Por supuesto, no me cabe la menor duda, y encontramos nuestro máximo exponente en Musquiz donde Fernando Juárez nos invita a reflexionar sobre las aplicaciones disponibles en la Web y su aplicación a una pequeña biblioteca municipal. Fernando, con el cual estamos pasando una semana tremendamente divertida en la Comunidad de Prácticas, es el máximo referente de que desde una relación de abajo-abajo, biblioteca a biblioteca, se pueden obtener grandes resultados, creando redes interrelacionadas con bibliotecas cercanas. Por supuesto que Fernando no lo suele transmitir así, él es un funcionario y según su razonamiento tiene que trabajar lo menos posible, pero esto es completamente falso puesto que siempre le está buscando aplicaciones prácticas a su centro de información en cuanto descubre un nuevo juguete 2.0. Por ejemplo, aún recuerdo cuando me envió un correo electrónico inquiriéndome sobre la utilidad de las Redes Sociales, algo que muchos documentalistas todavía no se han acercado siquiera debido al muy bajo porcentaje de ellos dados de alta. En cualquier caso, leed su artículo Tecnología, innovación y web social: el valor de la dimensión en la biblioteca pública. El caso de la biblioteca de Muskiz y descubriréis cuánto nos queda por aprender.
A modo de resumen, indicaros que la Biblioteca 2.0 no es tecnología, nunca lo fue. La tecnología ha de servirnos para innovar, pero no debemos subyugarnos a ella. Cada centro de información tiene una población a la que atender, con sus propias características que evoluciona muy rápido. Lejana queda la figura del bibliotecario sentado en su mostrador esperando despachar libros sin mayor oficio que éste. Hoy en día, el bibliotecario debe estar al día, leyendo y aprendiendo, hablando con sus colegas, tratando de construir cosas juntos. Aquel que no ha leído en el último año un libro, un artículo (¿un blog?) sobre la gestión de la información, la biblioteconomía o cualquier temática relacionada está cayendo en la obsolescencia de una forma completamente acelerada.
En definitiva, la Biblioteca 2.0 no es tener un blog, es hacer blogging, no es estar dado de alta en una Red Social, es trabajarla, no es tener una cuenta en la Wikipedia, es ser un Wikipedista… No permitáis que los árboles no os permitan ver el bosque. Sentaos al lado de un árbol, tomad aire y mirad el paisaje. Pensad qué os gustaría llevaros con vosotros para adornar vuestra casa pero no lo arranquéis. Entendedlo, plantadlo y regadlo y no os asustéis si descubrís una especie nueva que no estaba allí la última vez que paseásteis en él. Seguramente, descubriréis la mejor manera de poder llevárosla a casa.
Publicado el sábado, 12 de abril de 2008 por Marcos Ros
Ya está a punto el arranque de la Comunidad de prácticas de la web social para profesionales de la información que organiza el Sedic, que tendrá una duración de seis semanas y en la que me hallo implicado. Se trata de una actividad gratuita y abierta a cualquiera interesado en participar que, desde el 21 de abril al 18 de junio de 2008, servirá como un espacio de reflexión y aprendizaje mutuo tanto para las personas que diseñamos las actividades como para todos los participantes.
Los coordinadores de esta iniciativa, José Antonio Merlo Vega y Luis Rodríguez Yunta, defienden que esta actividad pretende dar respuesta a las necesidades actuales de bibliotecarios, documentalistas y gestores de información.
Los profesionales de la documentación y las bibliotecas están dándose cuenta del potencial de la web social no sólo por la gratuidad de sus servicios, sino además por las nuevas formas de relación con sus usuarios que fomenta, buscando el diálogo y la participación. En nuestro país los profesionales están mostrado su interés por la web social, algo que se aprecia en el número de artículos y comunicaciones publicados, así como por el número de mesas redondas, encuentros, jornadas y cursos celebrados en torno a esta Internet de nueva generación. La creación de una comunidad de prácticas, en las que las personas interesadas aprendan al mismo tiempo y de manera coordinada las herramientas y técnicas de la web social, así como su aplicación en los centros de información, será un medio sin precedentes para que los profesionales españoles conozcan y dominen los recursos disponibles
La Comunidad de Prácticas se desarrollará online y de forma totalmente interactiva bajo un blog y un wiki, contará con un programa de trabajo semanal y con tutores específicos para cada módulo.
¡Animaos a apuntaros! ¡Tenemos mucho que aprender!
Semana 1 — 21 de abril de 2008 – 25 de abril de 2008 Web social para profesionales de la información – Introducción / Contexto teórico / Aplicaciones / Biblioteca 2.0 Nieves González, Universidad de Sevilla
Semana 2 — 28 de abril de 2008 -2 de mayo de 2008 Publicación en blogs – Weblogs / Microblogs / Servidores gratuitos Catuxa Seoane, Bibliotecas municipales de La Coruña
Semana 3 — 5 de mayo de 2008 – 9 de mayo de 2008 Sindicación de contenidos – RSS / Sistemas de lectura de RSS / Programas María Jesús Butera, Equipo de Redacción del Blog de Sedic
Semana 4 — 12 de mayo de 2008 – 16 de mayo de 2008 Aplicaciones de escritorio – Páginas de inicio / Aplicaciones ofimáticas / Widgets / Geoplicacione Fernando Juárez, Biblioteca Municipal de Muskiz
Semana 5 — 19 de mayo de 2008 – 23 de mayo de 2008 Archivos compartidos – Imágenes / Vídeos / Presentaciones / Documentos Dídac Margaix, Universidad Politécnica de Valencia
Semana 6 — 26 de mayo de 2008 – 30 de mayo de 2008 Wikis, podcasting y comunicación – Wikis / Podcasts / Mensajería Isabel Fernández, CSIC
Semana 7 — 2 de junio de 2008 – 6 de junio de 2008 Etiquetas, favoritos sociales y filtrado de noticias – Etiquetado / Bookmarks sociales / Noticias / Compras y guías sociales Marcos Ros, AIDICO
Semana 8 — 9 de junio de 2008 – 13 de junio de 2008 Redes sociales – Redes sociales / Comunidades / Entornos virtuales Natalia Arroyo, Fundación Germán Sánchez Ruipérez
Semana 9 — 16 de junio de 2008 – 18 de junio de 2008 Conclusiones y reflexiones finales – Despedida / Comentarios / Repaso / Reflexiones Tutores y coordinadores
Publicado el martes, 1 de abril de 2008 por El Documentalista Enredado
Guillermo Carvajal nos pone sobre aviso de la situación que se está dando en Oviedo respecto a la reestructuración de personal y servicios que se va a producir en la Red de Bibliotecas Municipal, mientras nos solicita nuestro apoyo para la defensa de los puestos laborales de los trece trabajadores que desde hace más de diez años están desarrollando tareas bibliotecarias dentro de las distintas instituciones del municipio.
Publicado el viernes, 21 de marzo de 2008 por El Documentalista Enredado
Philip Roth nos ofrece en su obra "Goodbye, Columbus" (1959) una novela corta, homónima al título del libro, junto a cinco cuentos con los que ganó el premio National Book Award estadounidense. La novela corta está narrada en primera persona por Neil Klugman, un graduado de la Rutgers University, que trabaja en una escala inferior de una biblioteca. La descripción del ambiente de la biblioteca y las aspiraciones del universitario dentro de ella quedan muy pronto descritas en la historia y no son precisamente positivas.
Los pálidos leones de cemento montaban guardia, poco convincentes, en la escalinata de la biblioteca, padeciendo su habitual combinación de elefantiasis y arteriosclerosis, y yo iba dispuesto a prestarles tan poca atención como les llevaba prestando durante los últimos ocho meses, pero me lo impidió un muchachito de color plantado ante uno de ellos. El león había perdido sus garras el verano pasado ante un safari de delincuentes juveniles, y ahora se alzaba ante él un nuevo torturador, con las rodillas ligeramente flexionadas, y rugiendo. Lanzó un rugido largo, en tono bajo, retrocedió, esperó un poco, volvió a rugir. Luego enderezó la postura y, meneando la cabeza, le dijo al león: "Tío, eres un cobarde", con mucho acento. Y se puso a rugir de nuevo.
El día empezaba lo mismo que cualquier otro. Atrincherado tras mi mostrador de la planta principal, me puse a mirar a las chicas de pechos erguidos subir con agitación la amplia escalera de mármol que conducía a la sala de lectura principal. La escalinata era imitación de una que había en Versalles, vaya usted a saber dónde, pero estas chicas, hijas de curtidores italianos, obreros polacos de la cerveza o peleteros judíos, no eran precisamente marquesas, con sus taleguillas de torero y sus jerséis. Tampoco eran Brenda: cualquier impulso sexual que ellas me provocaran había de considerarse meramente académico, para pasar el espantoso día. De vez en cuando miraba el reloj, pensando en Brenda, y aguardaba la hora de comer, y luego la de después de comer, cuando me tocaba ocuparme de la Oficina de Información, en el piso de arriba, y John McKee, que sólo tenía veintiún años pero que ya llevaba tiras elásticas en las mangas de la camisa, bajaría ceremoniosamente las escaleras para dedicar toda su asidua atención a ponerles a los libros sus correspondientes sellos de entrada y salida. John MacTiraselásticas era alumno de último curso en el Newark State Teacher’s College, donde estudiaba la clasificación decimal de Dewey en que consistiría todo su futuro profesional. A mi me constaba, en cambio, que mi futuro profesional no estaba en la biblioteca. Y, sin embargo, algo se había hablado -me había enterado por el señor Scapello, un viejo eunuco que, sepa Dios cómo, había aprendido a disfrazar la voz, de modo que pareciese un hombre- de que a mi regreso de las vacaciones de verano me pensaban poner al frente de la Sala de Libros de Referencia, un puesto que llevaba vacante desde la mañana en que Martha Winney se cayó de un taburete muy alto, en la Sección de Enciclopedias, y se hizo polvo el conjunto de frágiles huesos que en una persona que no hubiera cumplido la mitad de sus años habría conformado las caderas.
Eran muy raros, mis compañeros de la biblioteca; y, en realidad, había muchas horas en que no acababa de entender muy bien cómo había ido a parar a ese sitio, ni porqué seguía aquí. Pero el caso era que seguía en él y, transcurrido un tiempo, empecé a esperar pacientemente el día en que fuera al servicio de caballeros a fumar un cigarrillo y, mientras expelía el humo contra el espejo, me fuera dado comprobar que en algún momento de la mañana me había puesto pálido y que, bajo mi piel, igual que McKee y Scapello y la señorita Winney, había una fina capa de aire que separaba la sangre de la carne. Alguien me la había metido ahí mientras yo le ponía el sello a un libro, y, de ahora en adelante, mi vida ya no consistiría en tirar cosas, como la de la tía Gladys, ni juntar cosas, como le pasaba a Brenda, sino en dejarme ir, en amodorrarme. […]
ROTH, Philip. Goodbye, Columbus. Barcelona: Seix Barral, 2007. P. 46-48
Publicado el miércoles, 27 de febrero de 2008 por Marcos Ros
Hace unos meses, escribí una lánguida proclama, o soflama según se mire, sobre la excusa, llamémosla así, de la que frecuentemente echan mano los bloguers para dejar de publicar sus blogs. En aquel momento, rompía una lanza porque las organizaciones permitiesen, siempre que fuese conveniente y dentro del ámbito profesional, mantener actualizadas sus bitácoras a aquellos trabajadores que mantuviesen un weblog profesional puesto que revertía de una forma positiva en ellas. Hoy mi objetivo es otro, y lamentablemente, se trata de los propios profesionales que se dedican a este trabajo de gestor de la información.
Lara Rey asegura que soy un ingenuo, que las cosas no suceden ni son como yo las veo, ni como creo o como yo debería considerar que fuesen. Te confirmo desde aquí, Lara, que lo soy. Soy un ingenuo, hay ciertas cosas que no se me deberían permitir leer, ya que me desengaño irrevocablemente. Concretamente, me hiere profundamente leer estas cosas:
Soy bibliotecaria porque es una profesión fácil con un buen sueldo, poco trabajo, poco estrés y que no requiere prácticamente ningún esfuerzo. Supongo que es por eso por lo que la gente quiere ser bibliotecario. Ah y tiene muchas vacaciones. Todos los trabajos interesante y que ofrecen algún tipo de reto requieren mucho esfuerzo y ambición y yo soy floja y no soy nada ambiciosa.
Puedo llegar a entender que estudiantes a los que no les alcanza la nota de la prueba de acceso a la universidad, acaben dentro de una carrera que no les gusta – a quién no le ha pasado eso -, que encuentran “ridícula” y aburrida. Puedo llegar a entender que los "estudiantes-funcionarios", que no disponen de otro objetivo que sacarse una oposición, tengan como máxima aspiración la persecución de la tan ansiada plaza en la administración pública; pero no puedo creerme, no puedo permitirme creer, que una persona aspira a trabajar en un lugar porque no le supone ningún esfuerzo y es un puesto cómodo. ¿Dónde quedan las aspiraciones profesionales de uno? Puede que yo todavía sea demasiado joven.
Para la sociedad, la visión que tiene de nosotros la sociedad, ya es lo bastante negativa como para que además nos consideren unos vagos. Puede que seamos antipáticos (Por el silencio eterno en nuestros puestos de trabajo), inflexibles (Las penalizaciones por el préstamos) y un poco serios (La procesión va por dentro), pero sólo nos faltaba que nos consideren inútiles y gandules. Para entonces ya podemos apagar y abandonar la sala que habremos fracasado como profesionales.
A veces me sorprendo a mí mismo considerando que todos que poseen el título de Diplomado en Documentación, deberían destilar mi entusiasmo y mi curiosidad sobre el mundo de la información. Por supuesto que esto es imposible y, a día de hoy, ya estoy un tanto desengañado. Lo mío es vocación, elegí mi profesión conscientemente, sabiendo que tal vez no obtendría un trabajo en ella, pero que me encantaba y que no quería ser funcionario a no ser que no me quedase otro remedio. Dentro de ella, he conocido a personas que han destilado el mismo entusiasmo, se pelean con sus jefes por lo que creen más correcto, tratan de innovar y nunca se rinden (Gracias Fernando por estar ahí). Por supuesto que después tenemos los que simplemente buscan su título y su trabajo, los que llegan por accidente y los que, bueno, puede que no tuviesen nada mejor que hacer.
Pero ninguno de ellos, fuese cual fuese su condición, debería permitirse el lujo de considerar que esta profesión es estática, ni mucho menos. Hoy en día los cambios se suceden cada día, quedarse quieto es un error y lo que se enseña en las universidades no es ni de lejos todo lo que nos podemos encontrar. Muchos estudiantes se quejan de que eso no me lo han enseñado en la universidad; la réplica pasaría por eres un crédulo al considerar que en la universidad te lo van a enseñar todo o, si queremos ser benevolentes, tampoco te has preocupado en buscarlo o aprenderlo. El estado del arte real no te lo dan en las bibliografías de las asignaturas universitarias, a veces hay que ir un poco más lejos y buscarlo en otros sitios.
Un profesional debe, por fuerza o necesidad, amar un aspecto de esta profesión, preocuparse de estar al día, leer todo lo que le llega a sus manos y no se queda sepultado por el trabajo lamentándose que no dispone de tiempo. ¡Incluso la CDU, santa sanctorum de esta profesión, se renueva cada ciertos años! El mundo se mueve, las formas y vías comunicativas se desarrollan y la Biblioteconomía/Documentación deberían acompasarlo.
¡Leed siempre malditos! El mundo no os esperará en los cambios. ¿Eres un profesional push (que espera los cambios) o pull (que se anticipa a ellos)?
Mi texto llevaba por título La Web 2.0 más productiva y trataba de reflejar distintas herramientas que podemos aplicar para el desempeño de nuestras tareas laborales diarias como profesionales de la información. Espero que os resulte interesante.