Publicado el sábado, 31 de mayo de 2008 por Marcos Ros
“Es pasado el tiempo en que la biblioteca se parecía a un museo, en que el bibliotecario era una suerte de ratón entre húmedos libros y en que los visitantes miraban con ojos curiosos los antiguos tomos y los manuscritos. Es presente el tiempo en que la biblioteca es una escuela, en que el bibliotecario es en el más alto sentido un maestro y en que el visitante tiene la misma relación con los libros que el trabajador manual tiene con sus herramientas.”
Melvil Dewey (1851-1931)
Aunque la teoría dentro de la Biblioteconomía moderna que los usuarios de un centro de información deben ser considerados como clientes y los servicios que una biblioteca debe desarrollar tienen que estar enfocados siempre hacia ellos, además de tener presente sus necesidades, parece que los bibliotecarios han vivido dentro de una especie de burbuja donde se consideraban nada más ni nada menos que intocables donde lo que siempre se ha hecho es lo que funciona y lo nuevo ya se comprobará a lo largo del tiempo si es útil. La innovación y la apertura de las bibliotecas a la sociedad que sirven es algo que ha tardado mucho en calar dentro del colectivo bibliotecario en general y parece que esto no sólo es patrimonio español, sino que en los países anglosajones el cerrajón de las bibliotecas respecto a la sociedad a la que sirven siempre ha sido legendario.
Por ejemplo, en este mismo sitio recogimos la figura de Daniel Boorstin, un escritor que cuando llegó a la dirección de la Biblioteca del Congreso estadounidense decidió abrirla a la sociedad, y de forma paralela contemplamos a la polémica Rosa Regás como nuestra Daniel Boorstin particular, desarrollando iniciativas para acercar la institución que dirigía hacia la sociedad que la sostiene. Sin embargo, los bibliotecarios han descubierto de repente que aquello que consideraron exclusivamente de su competencia, la difusión de la cultura de una forma libre y gratuita, ha encontrado un competidor imbatible que se muestra de una forma completamente ubicua, pero terriblemente barata: Internet.
No vamos a entrar en el debate sobre la calidad de la información que se pueda ofrecer dentro de esta inmensa fuente de información, el hecho es que está presente, se usa de forma sencilla e intuitiva y la sociedad la va a usar cada vez más pese a quien pese. Así que los bibliotecarios, hasta ahora un tanto remolones respecto a la innovación y que se sentían cómodos con los libros de toda la vida, comienzan a descubrir de forma desagradable que la competencia amenaza sus trabajos. De hecho, hay quien ya ha situado la fecha de la defunción de las bibliotecas en la cercana fecha de 2019. Casey y Savastinuk son conscientes de ello y no dudan en abrir su libro describiendo con toda su crudeza lo que actualmente la bibliotecas están sufriendo:
Estamos perdiendo el interés de los usuarios.
No estamos ofreciendo los servicios que los usuarios demandan
Nos resistimos a cambiar los servicios que consideramos tradicionales o fundamentales para un servicio bibliotecario
Ya no nos encontramos en el primer lugar al cual acuden los usuarios cuando buscan información.
De una forma dura y simple, Casey nos advierte que estamos perdiendo clientes a un ritmo acelerado. Repentinamente, nos hallamos en la tesitura de comenzar a escuchar, a acercarnos a los ordenadores (Algo de lo que algunos bibliotecarios no gustan), a comenzar a descubrir buenas prácticas desarrolladas en otros centros de información, a acercarnos a conceptos como el benchmarking y, de una vez por todas, ser abiertos, hablar y escuchar. Entre nosotros, sí, pero también a establecer puentes comunicativos con los usuarios y tratar de atraer su atención para que se muestren dispuestos a desplazarse hasta una biblioteca y usarla. En el libro, tal y como indicábamos hace unos días, blogs, wikis o sindicación de contenidos son aspectos de la Web que se tratan de forma necesaria, porque es donde los internautas están actualmente trabajando ante las campañas de marketing desplegadas, aunque este aspecto se trata de forma tangencial puesto que la esencia de la Biblioteca 2.0 no es la traslación de servicios desarrollados en Internet bajo el sufijo 2.0 y convertirlos en servicios bibliotecarios, sino el cambio continuo.
Lo que en este libro se nos propone es, primero, convencernos de que la sociedad está cambiando de una forma completamente acelerada y que los profesionales de la información no hemos sido capaces de movernos con ella y, segundo, ante esto nos ofrece una metodología para adentrarnos en el cambio continuo, en la formación continua y en la conversación abierta mediante la implantación de equipos que tratarían de proponer, desarrollar, evaluar y mantener nuevos servicios y nuevos productos dentro de una sociedad cambiante.
Library 2.0 nos ofrece el panorama que hasta ahora no habíamos contemplado, donde súbitamente, los procesos tan cacareados para sobrevivir dentro de la globalización dentro del ámbito empresarial que ser aplicados obligatoriamente dentro de las bilbiotecas. Conceptos que, desde los años 80, se están desarrollando dentro de este marco y que los bibliotecarios deben comenzar a aprehenderlos más que obcecarse en la catalogación o la clasificación. El fin y al cabo es cuestión de simple supervivencia.
Publicado el jueves, 15 de mayo de 2008 por Marcos Ros
Ya se cumple un año desde que se presentó en sociedad un término un tanto difuso que alguien osó en denominar como Biblioteca 2.0. Hace un año que desde el Sedic se organizó la mesa redonda dentro del congreso del Fesabid, Los blogs en la biblioteca 2.0, y desde la misma organización nos urgen, a aquellos que formamos parte de aquella mesa, para que dediquemos unas líneas a los nuevos avances que hemos hecho, o hemos detectado, en torno a este y poder de este modo hacer balance.
Como es habitual en mí, me veo incapacitado para reducir a unas pocas líneas lo que he vivido y lo que considero sobre este tema. Por lo que saltándome la invitación del Sedic, les sugiero que, si así lo consideran oportuno, que extracten aquello que merece la pena de este texto, porque es imposible que esta reflexión pueda quedarse en unas meras líneas.
Fue Paul Miller el que propuso una definición simplista, a la vez que muy gráfica, de la Biblioteca 2.0 que se reduciría a la fórmula "Web 2.0 + Biblioteca = Biblioteca 2.0". En muchos aspectos, esto es tremendamente reduccionista sobre todo lo que se ha escrito, hablado y opinado sobre este tema, como si se dejase a la Biblioteca 2.0 reposar sobre los aspectos tecnológicos, o más bien en las herramientas informáticas –Claro que esto no es siempre así-.
Los términos blogs, wikis, sindicación de contenidos, folksonomías o redes sociales parecen estar cosidas a la Biblioteca 2.0 como si ésta fuese un conglomerado de todas ellas y que no hubiese nada más detrás,. Aventurándose a definirla sobre estos soportes. Craso error.
Leyendo el libro de Michael E. Casey y Laura C. Savastinuk, Library 2.0 – A Guide to Participatory Library Service, del que realizaré una reseña en breve, tengo la sensación que algo se ha ido perdiendo lentamente en el camino. Ya lo advertía Álvaro Cabezas en su definición Qué es la biblioteca 2.0, si el usuario es el centro sobre el que la biblioteca ha de moverse, qué hemos estado haciendo durante el último siglo. Si la Biblioteconomía moderna se cimenta sobre el servicio al usuario, qué es lo que ha sucedido.
Ha pasado que a la biblioteca le ha salido un magnífico competidor, ante el cual no dispone de armas y ante el que debe considerar: "Si no puedes vencerle, únete a él". Si las Bibliotecas garantizaban el acceso a la cultura y a la información de forma gratuita o con un coste muy bajo para sus usuarios gracias a la Red y Google, dónde se colocan cuando la información es percibida de forma ubicua, cómo moverse cuando los usuarios consideran que no son necesarias para acceder a la información -Un razonamiento reduccionista, lo sé, pero quiero ir un poco más allá-.
Dídac Margaix en su artículo introductorio, Conceptos de web 2.0 y biblioteca 2.0: origen, definiciones y retos para las bibliotecas actuales, y fundamentalmente desarrollado en la explicación de servicios y conceptos de la Web 2.0, señalaba las distintas conceptualizaciones sobre la que distintos autores han incidido a lo largo del tiempo. Algunos han subrayado la tecnología, mientras que otros buscan la innovación como puente seguro en el camino 2.0 que deben adoptar las tecnologías. Margaix nos ofrece un artículo destinado a descubrir conceptos y tecnologías y apenas le queda un resquicio para el carácter no tecnológico de la Biblioteca 2.0 y sobre el que se fundamenta el libro de Casey:
¿Y los servicios no virtuales? Se podría habilitar un espacio en la biblioteca para el bookcrossing entre los usuarios o realizar alfabetización informacional en herramientas de la web 2.0.
De hecho, leyendo el monográfico del mes pasado de la revista El Profesional de la Información dedicado a la Innovación en las Bibliotecas Públicas, encuentro infinidad de elementos que bien podrían estar inspirados en la Biblioteca 2.0. Sin ir muy lejos, y abriendo fuego, el estupendo artículo de Roser Lozano-Díaz, Innovación en bibliotecas públicas: algo nuevo, algo útil, algo de calidad, donde se nos ofrece una muy interesante reflexión que todo Bibliotecario 2.0 ha de tener presente antes de lanzarse a adoptar herramientas 2.0:
La innovación exige en primer lugar tener la conciencia de que aquello que pretendemos llevar a cabo va a ser útil realmente para la biblioteca pública, y en segundo lugar significa poseer la capacidad de saber transportar las ideas del campo imaginario o ficticio al de las realizaciones e implementaciones.
Por tanto, no se trata de tener que "inventar por inventar", elaborar teorías, ni tan sólo significa que tenga que ser proyectos asociados a un proceso de I+D o que impliquen una amplia base tecnológica. Incluso podemos hablar de innovación cuando aplicamos un nuevo método organizativo, transformamos las prácticas internas, la cultura organizacional, el sistema de trabajo, iniciamos el trabajo con calidad, etc.
En definitiva, en la biblioteca pública como en cualquier otra institución de servicios, la innovación debe ser siempre una actitud organizacional, una capacidad que debe impregnar al personal y estar presente en su cultura, en su estructura y forma de trabajar y todas las interacciones ya sean internas o externas.
Es decir, no debemos de caer en la terminología de marketing condenado a extinguirse. Durante estos años de evolución, de blogs hemos pasado a hablar de wikis, de wikis a redes sociales, de las redes sociales pasamos al microblogging, ¿cuál va a ser el próximo paso? ¿Debe una biblioteca adoptar cada una de las herramientas que surgen para, pasado un año, estar demodé?
¿Es posible la Biblioteca 2.0? Por supuesto, no me cabe la menor duda, y encontramos nuestro máximo exponente en Musquiz donde Fernando Juárez nos invita a reflexionar sobre las aplicaciones disponibles en la Web y su aplicación a una pequeña biblioteca municipal. Fernando, con el cual estamos pasando una semana tremendamente divertida en la Comunidad de Prácticas, es el máximo referente de que desde una relación de abajo-abajo, biblioteca a biblioteca, se pueden obtener grandes resultados, creando redes interrelacionadas con bibliotecas cercanas. Por supuesto que Fernando no lo suele transmitir así, él es un funcionario y según su razonamiento tiene que trabajar lo menos posible, pero esto es completamente falso puesto que siempre le está buscando aplicaciones prácticas a su centro de información en cuanto descubre un nuevo juguete 2.0. Por ejemplo, aún recuerdo cuando me envió un correo electrónico inquiriéndome sobre la utilidad de las Redes Sociales, algo que muchos documentalistas todavía no se han acercado siquiera debido al muy bajo porcentaje de ellos dados de alta. En cualquier caso, leed su artículo Tecnología, innovación y web social: el valor de la dimensión en la biblioteca pública. El caso de la biblioteca de Muskiz y descubriréis cuánto nos queda por aprender.
A modo de resumen, indicaros que la Biblioteca 2.0 no es tecnología, nunca lo fue. La tecnología ha de servirnos para innovar, pero no debemos subyugarnos a ella. Cada centro de información tiene una población a la que atender, con sus propias características que evoluciona muy rápido. Lejana queda la figura del bibliotecario sentado en su mostrador esperando despachar libros sin mayor oficio que éste. Hoy en día, el bibliotecario debe estar al día, leyendo y aprendiendo, hablando con sus colegas, tratando de construir cosas juntos. Aquel que no ha leído en el último año un libro, un artículo (¿un blog?) sobre la gestión de la información, la biblioteconomía o cualquier temática relacionada está cayendo en la obsolescencia de una forma completamente acelerada.
En definitiva, la Biblioteca 2.0 no es tener un blog, es hacer blogging, no es estar dado de alta en una Red Social, es trabajarla, no es tener una cuenta en la Wikipedia, es ser un Wikipedista… No permitáis que los árboles no os permitan ver el bosque. Sentaos al lado de un árbol, tomad aire y mirad el paisaje. Pensad qué os gustaría llevaros con vosotros para adornar vuestra casa pero no lo arranquéis. Entendedlo, plantadlo y regadlo y no os asustéis si descubrís una especie nueva que no estaba allí la última vez que paseásteis en él. Seguramente, descubriréis la mejor manera de poder llevárosla a casa.