La reciente entrada en el blog del Sedic, La biblioblogosfera hispánica, me ha hecho reflexionar, y mucho, sobre la situación actual de la biblioblogosfera. En el texto, Rodríguez Yunta se lamenta de la dificultad de seguir todos los blogs que se mantienen actualmente dentro de la temática de la Biblioteconomía y la Documentación tanto en España como dentro del ámbito americano. Claro que este extremo no lo voy a discutir, puesto que soy plenamente consciente de que esta monitorización, si se quiere, de la actividad blogosférica de los bibliotecarios y los documentalistas es extremadamente complicada.
Hace casi exactamente un año, se levantaba el debate sobre el fin de la biblioblogosfera, la desaparición de los blogs generalistas sobre los blogs temáticos. Es posible que la biblioblogosfera tal y como la habíamos conocido los más veteranos, y no nos cansamos, de decir es algo que se ha perdido en el camino de la Web 2.0. No cabe duda que la comunidad formada en aquel tiempo se ha disgregado, más preocupada por sus quehaceres y sus vidas personales y laborales; se ha perdido una parte de esa voluntad de apoyar al prójimo, pero también mucho se ha ganado. Muchísimo y por ello ha valido la pena.
Permitidme que os confiese que no dejé de sonreír al descubrir unos de los artículos del último número de la revista «El Profesional de la Información» dedicado a las redes sociales que titulaba: Evolución social y networking en la comunidad biblio-documental. Yo al que, en su momento, le chirriaba aquello de los blogs bibliodocumentales, descubría que el término era aceptado por la Ciencia, aquella palabra impulsada tan fehacientemente por Deakialli y en particular por Vanesa Barrero, se presentaba en un artículo científico. Desde luego que era una victoria para los biblioblogs o, al menos, para aquellos que todavía podemos contarlo.
La biblioblogosfera se expande. Muchas bibliotecas han abrazado la actitud de la Web 2.0, se han dispuesto a imaginar servicios, a probarlos, a disfrutar con ellos y sobre todo a explotarlos convenientemente. Aquellos que empezamos con este formato, nos convertimos en referentes e invitamos al resto a unirse, por supuesto el paso del tiempo nos ha barrido. Hemos ido sucumbiendo lentamente tras la aparición de herramientas más inmediatas, más automáticas, más rápidas, más dinámicas que los blogs. Pero estos todavía no han muerto.
Hoy en día, las redes sociales han cubierto el networking descubierto a través de los blogs. Los profesionales, cinco años después, se arremolinan en esos foros, comparten sus experiencias y establecen nuevas amistades. Los bibliotecarios siguen probando las nuevas herramientas que les ofrece la Web 2.0 y se hacen fuertes en el cambio de paradigma de este siglo XXI y el consumo de información. Pero, ¿qué queda de los bloguers?
Pues fundamentalmente les seguimos día a día, creciendo profesionalmente, descubriendo sus esfuerzos para seguir adelante, con sus hallazgos, sus logros y sus frustraciones, que también las hay. Durante estos años, he descubierto a gente a la que admirar por su tesón, conocido a grandes profesionales que se cruzaron en mi camino, otros que alcanzaron sus sueños e incluso a compañeros de estudios que un día sin esperárselo se convirtieron un símbolo del cambio 2.0. Desde luego que los blogs seguirán disponiendo de su función de punto de encuentro, de personal branding tal y como recogíamos hace poco, seguiremos jugando con las ideas que se nos pasen por la cabeza, a veces sin reflexionar suficientemente, pero otras ¿por qué no?
No, la biblioblogosfera no ha muerto, ha evolucionado, ha crecido y ha madurado. La biblioblogosfera sólo es una pequeña parte de la Biblioteca 2.0 que se dispersa por todos los proyectos e iniciativas que se pueden encontrar la Web. Sólo hay que saber dónde buscarla.
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