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Se trata de Handelingenkamer Tweede Kamer Der Staten – Generaal Den Haag, antigua biblioteca del Ministerio de Justicia de Holanda situada en la Haya. La sala tiene unas dimensiones de 13’5 metros de largo, 6 metros de ancho y 9 metros de alto con 30.000 libros en su interior. También podéis contemplarla en un giro de 360º.
¡Gracias Belén!
La nueva Biblioteca Nacional de Bielorrusia, situada en Minsk, tiene al menos una forma muy curiosa. Erigida por una orden personal del actual presidente Aleksandr Lukashenko, no es excesivamente popular debido a que su coste está siendo sufragado por los estudiantes que debían llevar dinero al colegio y los profesores a los que se retenía una parte del sueldo. El hecho es que entre los lugareños se está ganando el apodo de Estrella de la Muerte (en referencia a la saga Star Wars) y puede que a pulso.
[Vía Microsiervos – Más fotos]
La Florida – Centro de Formación, enseñanza universitaria y secundaria distinguen la otra forma de estudiar de una forma simpática. Por supuesto, desde la universidad no van a negar lo contrario, así que disponen de dos tipos de alumnos: Los que usan libros y los que no. Obviamente, los que no, utilizan las nuevas tecnologías y son chicos y chicas normales. Los del primer tipo, son unos tipos extraños.
Sólo hubiese faltado que le hubiesen colocado al cabeza cuadrada una pajarita y un traje de la década de los 70 para acabar el cuadro.
Una imagen de los tiempos que corren, me temo. Si lees libros eres un tipo raro.
Soldados americanos leyendo libros en una biblioteca de la
YMCA
Cuartel de Vancouver, 1917
La U.S. Bank Tower de la ciudad de Los Ángeles (EE.UU.) es uno de los mayores rascacielos del mundo con una altura de 310 metros de altura. Su construcción se inició en 1987 y los trabajos finalizaron en 1990, ganándose el sobrenombre de Library Tower por situarse en la calle que se encuentra Los Angeles Public Library. Se da la circunstancia que, además, el ayuntamiento de Los Ángeles otorgó volumetría a la hora de edificar la torre para destinar parte de esos fondos a la reconstrucción de la biblioteca que el año anterior había sufrido un pavoroso incendio del que el escritor Charles Bukowski escribiría un poema.
Para la promoción cultural de Alemania, aprovechando la celebración el Campeonato Mundial de Fútbol durante este verano que se celebró en aquel país, el Gobierno alemán realizó la campaña Land der Ideen (Tierra de ideas) cuya finalidad era mostrar al mundo cómo los poetas, investigadores, pensadores, inventores, artistas y compositores germanos habían ayudado a hacer de éste un mundo mejor.
En la Bebelplatz de Berlín se instaló un monumento efímero a la literatura alemana que representa una pila de libros con los principales pensadores y escritores de aquel país.
Hace ya dos meses que no escribo en El Documentalista Enredado por algunas de las razones que Marcos tan acertadamente ha descrito. Y, aunque no creo que pierda mi estatus de autora de este blog por mi falta de participación, creo que ya es hora de volver “a casa” como buena hija pródiga, aunque en este caso en Semana Santa.
Estas fechas en las que nos encontramos, además de ser las más indicadas (al parecer) para ver en televisión películas bíblicas y de romanos, también lo son para recordar uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX: Los manuscritos del Mar Muerto.
Cuando el pasado verano me encontraba en el Museo Arqueológico de Jordania en la ciudad de Amman, frente a las vitrinas que contenían algunos de los manuscritos encontrados en las cercanías del Mar Muerto, ninguno de mis compañeros de viaje podía comprender mi emoción al contemplar aquellos documentos que, entre tantas maravillas, apenas llamaban la atención.
En aquel momento, yo apenas conocía su importancia religiosa por lo que, aunque intuía que estaba ante algo de gran valor, el contenido de estos manuscritos me interesaba más bien poco y lo mismo me habrían fascinado si se hubiera tratado de recetas de cocina: lo que realmente me emocionaba era contemplar el mismo hecho de la escritura recogida en documentos datados entre los siglos III a. de C. y el siglo I.
Fueron posteriores lecturas las que me llevaron a descubrir la trascendencia de estos documentos y su sorprendente descubrimiento, producido de forma fortuita como tantos otros.