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Categoría: Internet

Se abre la veda contra Google

Escribíamos hace unos días sobre los distintos frentes que a la compañía de Mountain View tenía abiertos en sus diversas áreas de su negocio. La semana pasada, el diario El País en su suplemento dominical Negocios dedicaba una serie de reportajes a estos mismos problemas que nosotros citábamos. Por su mayor profundidad, os recomiendo que les echéis un vistazo, aunque no citan la famosa Tasa Google que quiere implementar Francia y que, en España, parece despejarse hacia la neutralidad red.

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There will be blood (Todos contra Google)

He aquí una empresa que encontró ElDorado, una organización que dio un paso más allá en el mercado global de un mundo interconectado, que entendió la quinta esencia de cómo se comportaba el mercado dentro de un canal completamente nuevo, que intuyó cómo sería el futuro y se atrevió a desarrollar todo un modelo de negocio para sí misma y lo hizo accesible para el resto. Pero en el camino, son muchas las piedras en las que tropezar, muchos los enfrentamientos que superar y muchas mentes a las que convencer. En crisis, si todos admiran tu cuenta de resultados, si todos contemplan que tu caja sigue aumentando cada trimestre, sólo ansiarán meter la mano en ella. No les van a faltar las maneras de encontrar caminos para ello.

Aunque todas las miradas se centrarán en los medios, no son los únicos. Los medios de comunicación, esos agentes que consideran que sin ellos en Internet carecería de sentido, no habría contenido; quieren su pedazo de pastel sobre el buscador de Google y Google News. Haces dinero con nosotros, con nuestro producto, queremos nuestra parte, parecen aseverar. Sin embargo, la tendencia está cambiando, la competencia pura y perfecta de Internet es la culpable, y Facebook ya redirecciona más tráfico que Google a las webs. ¿No cabría también que pedir su parte del pastel a estos concentradores emergentes?

Los gobiernos, con Francia a la cabeza con su “tasa Google”, consideran que sus ingresos vía impuestos no están lo suficientemente bien recaudados como debieran y consideran que ese dinero podría ser bien utilizado para “protección de la oferta legal de contenidos en Internet y a la remuneración de los creadores”. Es decir, destinarlo a subvenciones que protejan el sector cultural. Los medios de comunicación han tratado de añadir leña al fuego difundiendo la noticia que Google no paga los suficientes impuestos en España, ya que sólo declara el 5’1% de lo que ingresa en este país (Según algunas estimaciones).

Por otro lado, las operadoras de telecomunicaciones, algunas cansadas de lanzar productos fallidos, tratan de convertirse en algo más que tuberías y solicitan también su parte, mientras Google ya muestra interés en convertirse también en una operadora más instalando cables submarinos, ofreciendo conexiones ultrarrápidas experimentales o con servicios de voz. Al mismo tiempo que algunos consideran que esa reclamación podría fin a la neutralidad red, Google se muestra conciliador asegurando que las telefónicas recibirán lo que hayan invertido. ¿Una aceptación de su debilidad?

Y, mientras tanto, la compañía sigue enredada en aspectos legales antiguos y nuevos provocados por la precipitación a la hora de publicar nuevos servicios. En Estados Unidos, prosigue el litigio sobre el control de los contenidos y sus planes de digitalización de casi toda obra editada en el mundo. Sin embargo, la travesía de Google Books nunca fue sencilla con acuerdos y denuncias que ponen en cuestión la viabilidad de un proyecto muy ambicioso y que dispone de detractores y defensores que no deja indiferente ni satisfecho a ninguno de los actores implicados.

Para que todo esto no fuese suficiente, Google Buzz el producto destinado a plantar cara a los productos estrella del denominado Social Media (Twitter y Facebook) se ha lanzado sin tener presentes aspectos claves como el de la privacidad que violaba y la sobrecarga informativa que provocaba, lo que ha conducido que se esté preparando una demanda contra el gigante de Mountain View de la que a buen seguro no saldrá  muy bien parado.

Desde luego que esta no es manera de empezar el año.

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¿Acabará el Chat de Facebook con el Messenger?

El movimiento ha pasado completamente desapercibido, el mundo estaba demasiado preocupado intentando destripar Google Buzz por esas fechas, o tal vez porque esta opción ya era conocida y estaba disponible desde hacía tiempo, pero desde Facebook se ha realizado un movimiento más para que casi toda la actividad social de los internautas pase por su sitio web (o por sus servicios). El chat de Facebook, un pequeño menú desplegable más molesto que otra cosa que aparecía a pie de página, se ha hecho mayor o al menos va a intentarlo. Desde la semana pasada, es posible acceder a él a través del protocolo Jabber. Es decir, los usuarios pueden utilizarlo de forma abierta como si de un MSN Messenger se tratase, asaltando el escritorio de los internautas. La conversación asíncrona puede llegar a ser síncrona, aunque por supuesto todavía debe pasar un proceso de mejora en el que sea posible filtrar a esos usuarios molestos que aceptamos como integrantes de nuestra red social, pero que realmente tenemos bloqueados y de los que no queremos saber nada.

Sin embargo, este servicio es cada vez usado con mayor frecuencia por los usuarios de Facebook, que se detienen a charlar con sus contactos mientras publican y comentan los estados de los mismos. En el mismo momento en que ya no hace falta conocer el correo electrónico concreto de una persona, tan sólo cómo se llama – o se hace llamar – dentro de la Red Social, será posible hablar con ella, socavando los esfuerzos de Microsoft de convertir su Messenger en otra red social.

Y es que Facebook y Twitter tienen lo que otros quieren, Google lo sigue intentando tratando de cerrar su asignatura pendiente, mientras Facebook se propone posicionarse también en el escritorio, puede que desarrollando funcionalidades más allá del intercambio de mensajes. De momento, lo ha puesto un poco difícil al usuario medio, con configuraciones de aplicaciones de terceros un tanto liosas, aunque algunos como Adium (sólo para Mac) ya lo integran, pero puede que no tardemos en descubrir un Facebook Messenger tratando de destronar una de las aplicaciones favoritas de los internautas españoles.

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Copiar en la Wikipedia

Cuando Milagros Pérez Oliva fue nombrada Defensora del Lector del diario El País, recuerdo que escribió un texto en el que describía la difícil y delicada tarea que le sobrevenía. Consciente de ello y durante el año que lleva en su puesto, Pérez Oliva no se ha amedrentado a la hora de llevar adelante los temas que ha considerado pertinentes, a pesar de ser en muchos casos muy peliagudos, y que hacían que yo, todavía en esta era tan digital, abriese el periódico de papel los domingos encaminado directamente hacia su sección de análisis. Condenados a permanecer en la Red, Las incertidumbres de la prensa escrita, Falsedades, inventos y refritos en la aldea global, Periodismo de calidad en tiempos de crisis o Comentarios muy poco edificantes son todos ellos textos valientes que no eluden el debate y que tratan de explicar las cosas tal y como son, como suceden. Recuerdo que los leí con avidez y asombro, pero la valentía y el arrojo son armas de doble filo.

Avances médicos con intereses ocultos encendió, dentro del periódico, el debate sobre la continuidad de Milagros Pérez en su puesto porque en él cuestionaba el buenhacer de una compañera. Finalmente, y debido al conflicto desatado, parece que se evitará afear la trayectoria de la periodista no renovándola durante este año, algo que particularmente me apena.

A pesar de las incertidumbres, Pérez Oliva ha proseguido su tarea y sin miedo se ha atrevido a preguntar a un columnista si había copiado, o fusilado como se utiliza en el argot periodístico, un texto de la Wikipedia. Historias de plagios y autoplagios nos describe la tarea de escrutinio de la Defensora del Lector realizando sus averiguaciones y paseando de nuevo por el filo de la navaja. Hay que tener presente que los autores también poseen su orgullo y la duda de haber copiado directamente de una fuente como la Wikipedia sería para mi, si yo fuese columnista, como un insulto.

La necrológica del teólogo Edward Schillebeeckx firmada por Juan José Tamayo levantó las suspicacias de los lectores que consideraron que merecían algo mejor que un simple copiador. Ante la confusión inicial, las indagaciones de la Defensora concluyeron que no había sido Tamayo el plagiador, sino un editor de la Wikipedia que había realizado el Copia&Pega del diario a la enciclopedia online. La Defensora no realizó una crítica hacia el sistema de edición de la Wikipedia, por ejemplo ¿dónde queda el copyright de Tamayo?, aunque puede que haya provocado el sonrojo de los Bibliotecarios de la misma que han procedido a deshacer el plagio como se puede comprobar en la modificación del 7 de febrero de 2010 en el historial de la entrada.

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¿Qué hace viable una Red Social Profesional?

  1. Intereses comunes. Los participantes necesitan fijar y mostrar sus redes para poder colaborar con otras personas en su campo.
  2. Masa crítica de usuarios y ser escalables. Las redes tienen mayores posibilidades de prosperar y convertirse en viables cuando disponen de muchos participantes y con diversos perfiles.
  3. Las redes necesitan de líderes para ser atractivas. Aquellas que son iniciadas por desconocidos rara vez disponen del interés suficiente para el público en general. Aquellas que son usadas por trabajadores con un nivel de influencia muy alto dentro de su campo atraen al resto.
  4. Las redes necesitan contenidos para ser indispensables. Las redes deben permitir la generación de contenidos y el aporte de datos para generar conversación e interés.
  5. No admitir SPAM por parte de los participantes para darle integridad. Las redes no funcionan si son convertidas en meras plataformas de publicidad por parte de sus usuarios.
  6. Las redes deben ser fáciles de usar. La simplicidad favorece la rápida adopción de las plataformas y la comunicación entre sus miembros.

Extraído de 20 viable socialnetworks ideas de Pat Kitano

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El email pierde su sitio

Recientemente recibí una consulta desde Argentina mediante de forma simultánea y, pretendidamente, dos vías. Una de ellas era bastante tradicional, mediante correo electrónico, dirección virtual que se puede hallar fácilmente en este sitio web; mientras que la otra era mediante un mensaje en Facebook (Mensaje que también se recibe en la dirección de correo definida por el usuario cuando se da de alta). Al igual que Facebook, Twitter también dispone de su propio sistema de mensajería privada denominado Direct Messages que además de enviar un mensaje de forma privada, hace llegar un correo electrónico de un usuario a otro, y que dentro de los distintos interfaces de uso de esta herramienta -Ya se trate a través de la Web o mediante una de sus múltiples herramientas- inciden en este sistema de mensajería dual.

A pesar de ser configurable, si alguien escribe en el “Muro” de tu perfil de Facebook -digamos que este “Muro” es una especie de tablón de anuncios personal- el usuario también recibe un correo electrónico a la dirección que utilizó al darse de alta en el servicio y si alguien comenta un estado de un amigo que te gustó o que comentaste, también se recibe un correo electrónico abarrotando lentamente los buzones de los usuarios, por lo que en unas horas puedes tener de 20 correos electrónicos sin revisar y que solicitan tu atención. Sin embargo, en este caso, hay un “pero” y es que se pierde el contexto de los mensajes por lo que el hecho de recibir ese email te obliga a visitar la página web de la Red Social para poder contestar en condiciones.

Pero, de hecho, me he percatado que tengo personas agregadas, antiguos compañeros de estudios, gente que conozco -“amigos de amigos” podría considerarse- de los que desconozco una dirección de email y si tuviese que ponerme en contacto con ellos, el sistema que utilizaría sería uno de los dos descritos anteriormente. O bien Twitter (porque sé que son ellos) o bien Facebook, a pesar de que esta segunda opción sería la más confiable puesto que la gente es más proclive a ser identificada sin lugar a dudas dentro de la Red Social ya que es, en apariencia, un entorno más cerrada y privado.

Lo que no me cabe duda es que, lentamente, mientras nuestros hábitos comunicativos cambian, estas nuevas plataformas de la Web Social se posicionan para quedarse; poco a poco, utilizamos cada vez menos el correo electrónico para mantenernos en contacto con nuestros conocidos. Nuestras cuentas de email personal se van convirtiendo en simples vertederos donde recibimos las típicas cartas cadena, las presentaciones ruidosas que a duras penas se nos ocurre abrirlas en el trabajo, boletines que apenas abrimos por ser prácticamente imposible consultarlo todo o las actualizaciones de estado de Facebook, comentarios que recibimos en nuestros blogs, nuevos followers en Twitter… Cuentas de correo que no llegarán a desaparecer, siempre existirá la necesidad de enviar Currículums Vitae, documentos escaneados a cualquier administración, alguna carta desesperada para tratar de arreglar una situación incierta, pero que lentamente se irán perdiendo como un mero cajón de sastre a los que ya no extraeremos todo su anterior potencial.

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Obama no usaba Twitter, ¿y?

El último Premio Nobel de la Paz, que sorprendentemente fue capaz de defender la guerra cuando acudió a Oslo para recoger su medalla, no se amilanó cuando le preguntaron por su frecuencia de uso de Twitter el pasado mes de noviembre en una visita oficial a China. “Nunca he usado Twitter” confesó Barack Obama a un estudiante que le preguntaba sobre su punto de vista sobre el “Gran Firewall chino”. Sin embargo, los reproches al líder que supo aprovechar casi al 100% las oportunidades que las nuevas herramientas de comunicación social de la Web durante su periodo como candidato a la Casa Blanca fueron muy discretos. Los cimientos de la Red no se echaron a temblar a pesar de que la propia empresa había verificado la veracidad de la identidad que se escondía tras la dirección http://twitter.com/barackobama. Twitter salió rápidamente al paso de aquella confesión, puesto que afirmó que no se preocupa de si quien actualiza la cuenta es una persona o un grupo dedicado a ello. En cualquier caso, ¿quién podría considerar que el 44º Presidente de los Estados Unidos tiene tiempo para actualizar su perfil o su página de Facebook?

Pero por muy descabellado que pudiese parecer, distinta suerte han dispuesto otros políticos que si bien abrazaron las Redes Sociales para intentar tender puentes de comunicación con sus electores, lo cierto es que un gabinete de prensa o un Community Manager se dedicaba a estos menesteres. Lo que a ojos de la comunidad internauta es un acción muy grave, ante su falta de sinceridad y transparencia que este tipo de herramientas tratan de imbuir dentro de la actividad política en la Web.

Aún ando tratando de explicarme el porqué, pero Rosa Díez fue descubierta en esa falta el pasado mes de marzo y fue literalmente achicharrada por su comunidad twittera, provocando que la política española cerrase su cuenta lo que fue como tratar de apagar un fuego con gasolina, aumentando aún más si cabía la indignación por parte de los internautas. Y es que está comprobado es que lo peor que se puede hacer si te pillan es poner pies en polvorosa, porque obviamente un colectivo que está pidiendo explicaciones desconfía de alguien que no admite sus errores, si es que realmente llego cometer alguno.

Porque si Obama alcanzó la Presidencia de los Estados Unidos gracias a la fuerza movilizadora de la Web, el efecto Halo de esa conquista se trasladó hacia otros ámbitos geográficos y a otros sistemas políticos alejados de la mecánica norteamericana pero que persiguen las mismas acciones. Es frecuente que los medios y la blogosfera lamenten que los políticos abran un blog y en cuanto la tensión electora de una próxima votación se diluye, esos espacios digitales caigan en el olvido. Sin embargo, son ellos mismos los que exigen que sean esos representantes políticos los que se sienten delante de un ordenador y se dediquen a presionar teclas como si la presión de su trabajo no les apartase de ello o como si todos tuviesen que disfrutar de cierta destreza narrativa o tecnológica.

Es probable que la reacción de Rosa Díez (o de los responsables de su imagen en la Web) fuese sobredimensionada, cerrar la cuenta, y es posible que la comunidad internauta fuese demasiado estricta cuando es un hecho razonable que sean otras personas las que actualicen los perfiles de figuras mediáticas. Puede ser que sea una falta hacia la confianza de sus seguidores políticos el no haber sido excesivamente sincera con ellos, aunque lo que no podemos caer en el cerrajón más absoluto cuando descubrimos un error de los políticos. Al fin y al cabo, las reglas de la comunicación en la Red todavía no están escritas, pero no deberíamos alejarnos de aquello que podríamos considerar como razonable.

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