Hace unos años, recogíamos que en Internet se daban las condiciones para que se produjese la competencia pura y perfecta. Esta afirmación se centraba en los medios de comunicación y la facilidad a la hora de publicar un sitio web, el bajo coste de su mantenimiento y la sencillez a la hora de acceder a la competencia. ¿Es posible que esa competencia pura y perfecta se esté trasladando más allá de la información hacia el sector servicios? ¿Es la uberización de la industria la demostración de la hipótesis teórica de Leon Walras?
Sharing economy
Los sistemas de intercambio de bienes y servicios entre particulares han encontrado en Internet la vía para su crecimiento, ya que facilitan las conexiones entre iguales que desean compartir sus posesiones. Haciendo que el compartir sea mucho más sencillo.
El crecimiento de la “economía de la colaboración” podría llegar a suponer una amenaza a distintas industrias ya establecidas. Por lo que las empresas deberían entender y posicionarse dentro de ese marco competitivo, adaptándose y obteniendo nuevas fuentes de ingresos.
Existe una tendencia en la que los consumidores en vez de comprar y poseer productos, están cada vez más interesados en alquilarlos y compartirlos. La filosofía o el modo de vida que se encuentra detrás de la economía colaborativa es el ahorro de recursos creando un modo más eficiente y responsable de consumo. Esto es lo que se ha denominado como consumo colaborativo y las empresas tratan de desarrollar nuevos productos servicios centrándose en esa tendencia.
Los tipos de economía colaborativa pueden ser divididos en tres grupos, según Rachel Botsman y Roo Rogers. El primero de los grupos se fundamenta en los sistemas de producto o servicios que permite a los miembros que pertenecen a él compartir distintos productos que pertenecen a empresas o personas privadas. La segunda tipología se centra en mercados redistribuidos que permite que varios miembros puedan ser copartícipes de la propiedad de un bien. El tercero de ellos son los estilos de vida colaborativos en los que se comparten bienes no tangibles como el tiempo, los conocimientos o espacio y se encuentran apoyados por plataformas tecnológicas.
Existen seis maneras en las que las empresas pueden responder ante el aumento de la economía colaborativa:
- Promocionando el uso de un producto más que su posesión.
- Apoyando a los usuarios que deseen revender sus productos.
- Explotando los recursos y las capacidades infrautilizadas.
- Ofertando servicios de mantenimiento y reparación.
- Usando el consumo colaborativo para atraer a nuevos clientes.
- Desarrollando nuevos modelos de negocio basados en el consumo colaborativo.
Uber, la paradoja de la economía de la colaboración
Uber Inc. es una empresa californiana que desarrolla, gestiona y opera aplicaciones móviles para la gestión de redes de transporte. Básicamente lo que facilita es que un usuario que dispone de un coche particular pueda transportar a otro que no lo tiene en un punto geográfico concreto desde un punto A al B gracias a una transacción económica. Uber no vende tecnología, oferta un servicio basado en tecnología estableciendo una red de transporte propia, lo que corrobora la tendencia de que el software se está revolucionando al mundo. Cada vez más empresas se basan en el software para ofertar sus servicios online, desde películas, a la agricultura a la defensa nacional. En Estados Unidos, muchas empresas de Silicon Valley están provocando disrupciones en cada vez más sectores industriales.
Uber es un mero intermediario haciendo que la demanda y la oferta de transportes urbanos se conecten. Sin embargo, la irrupción de Uber en el sector del transporte no ha estado exenta de polémica siendo los taxistas los mayores damnificados por la aparición de esta plataforma además de otras. Pero, introducirse en un mercado altamente regulado como el del transporte, tratando de ajustar precios y sin someterse a las mismas reglas de mercado y tributarias que el sector tradicional del taxi, ha significado para Uber ser prohibido en distintos países y tener que pleitear en distintos tribunales para que se les permitan operar.
Uber gestiona una red de transporte, sin embargo las barreras de entrada son bajas y la competencia bien puede arrancarle su fuerza de trabajo (trabajadores). De hecho, en EEUU, algunos conductores trabajan indistintamente con Lyft y Uber, por lo que estas empresas se diferencian únicamente en la extensión de la Red, la imagen de marca y el margen que obtienen con una u otra plataforma. Asimismo, los conductores uberizados no suelen dedicarse a tiempo completo al transporte de personas, si no es una manera de ganarse un extrasalarial.
Tal vez por ello, Uber también ha demostrado un lado oscuro más allá de los beneficios a la hora de mejorar la oferta de transporte urbano. En Estados Unidos, se considera que Uber funciona bastante bien, la aplicación no tiene bugs, los coches que ofrecen el servicio se encuentran limpios, los conductores son educados y llegan con relativa rapidez, sin embargo su comportamiento corporativo no ha sido tan limpio:
- Coacciones a los conductores para que se incluyesen dentro del servicio low cost UberX que es menos rentable para ellos.
- No ser sincero respecto a los beneficios económicos que se obtienen al conducir para ellos.
- Extender rumores sobre la competencia cuando está en búsqueda de financiación (Lyft). Puede que la práctica sea común en EEUU, pero no se la considera ética.
- Fijación de precios predatorias en las horas pico. En Nueva York, distintos conductores de UberX protestaron por la agresiva política de precios que hacía que los trayectos fuesen más baratos que los taxis, pero a costa del margen de los conductores.
- No comprobar los antecedentes de sus conductores con la suficiente diligencia.
- Ser poco permeable a las críticas. Un alto cargo sugirió la investigación y la publicación de la vida de los periodistas que los criticasen.
La Uberización de la economía
Uber es un ejemplo de la traslación del mundo interconectado de Internet con el mundo físico. Así como los medios tuvieron que enfrentarse a esa competencia pura y perfecta, cada vez más sectores se enfrentan a ese hecho. Uber es uno, aunque otras empresas como Airbnb también tienen que lidiar con la legislación y los grandes operadores ya establecidos en el sector.
Cuando sólo se necesitan plataformas para conectar oferta y demanda, cualquier actor puede introducirse en el mercado usando los terminales móviles. Amazon Home Services es uno de los ejemplos más significativos. Ofertado en 41 estados de EEUU, Amazon ofrece la opción de contratar un fontanero, un jardinero, un electricista, un limpiador o un profesor de refuerzo para los niños, de actividad extraescolar como guitarra o incluso profesor de gimnasio.
La uberización económica, término acuñado por Nassim Nicholas Taleb, supondrá la gradual desaparición de los tradicionales puestos de trabajo en tareas que serán asignadas a personas justo cuando sean necesitadas con salarios que se establecerán dependiendo de la oferta y la demanda, con el rendimiento de los trabajadores constantemente medidos, revisados y sometidos a la satisfacción del cliente final.
Todo será susceptible de ser uberizado. La cuestión será si se hace con la suficiente seguridad y en beneficio público y social. El mercado laboral, las relaciones entre oferta y demanda de empleo, entre empresario y trabajador se transformarán en algo completamente diferente en el que más formado o el que disponga de mayores recursos podrá trabajar.
Una imagen que no se aleja en exceso a esas camionetas que de madrugada se acercan a un punto determinado de las ciudades y que recogen a los temporeros dependiendo de su aspecto físico y salud para trabajar en el campo. La desintermediación y deshumanización de la fuerza laboral del siglo XIX en el XXI.