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Categoría: Biblioteconomía

La innovación se hace en los pasillos

Siendo sinceros, el biopic cinematográfico de Steve Jobs protagonizada por Ashton Kutcher, jOBS (2013), no es un producto excesivamente entretenido . A mediados de la película, la narración se va haciendo cada vez más soporífera y aburrida, lo que me lleva a compararla a la otra «gran» película sobre Jobs en la que lo encarnaba Noah Wyle, Piratas de Silicon Valley (1999), donde se narra el nacimiento de las dos grandes empresas de la informática de consumo del siglo XX (Apple y Microsoft). Sin embargo, el Jobs de Kutcher posee destellos del carácter del Jobs auténtico, pequeños guiños que nos permiten comprobar cómo era y cómo pensaba el otro genio de la manzana.

Uno de ellos es el grito de socorro que lanza a Steve Wozniak mientras está trabajando en Atari para que finalice un juego. En Atari, acaba trabajando por las noches porque sus compañeros se quejaban de su olor corporal y Jobs aseguraba que deseaba un proyecto para él solo. Wozniak acabaría el juego planteado por Jobs y marcaría el inicio del tándem inicial de Apple. La película también muestra el instinto empresarial y negociador de Jobs, junto a esa capacidad de distorsionar la realidad que tan buenos réditos daría a Apple en el futuro.

Pero, posiblemente una de las mejores secuencias de la película es cuando se muestra el retorno de Jobs a Apple. En aquel momento, Apple es una empresa en apuros y hundida. Aparentemente ha perdido su magia y su capacidad de diseñar buenos productos. Al reincorporarse a Apple, más bien durante las negociaciones para su reincorporación, Jobs se apresta pasearse por los pasillos y visitar algunos de sus departamentos. Es en ese momento cuando conoce a Jonathan Ive que se convertiría en el segundo abordo a la hora de diseñar los nuevos productos de Apple (algunos fuertemente inspirados en la compañía alemana Braun y su diseñador Dieter Rams). Es en esa escena donde Jobs descubre elementos de resistencia hacia la la deriva de la empresa y de innovación que aparentemente Apple había abandonado junto a un compromiso hacia la marca.

“El sistema es que no hay sistema. Esto no significa que no tengamos un proceso. Apple es una empresa muy disciplinada y tenemos grandes procesos. Pero esto no es de lo que se trata. Los procesos te hacen más eficiente. Pero la innovación viene de la gente que se reúne en los pasillos y que se llama a las 22:30 para contarse una nueva idea.”

Steve Jobs sobre la innovación.

Steve Jobs se mezcló con los trabajadores y les preguntó qué estaban haciendo y cómo podían mejorar la empresa. Esto nos debe llevar a considerar que la información necesaria para innovar dentro de una organización, de ser más competitiva se encuentra ya dentro de ella. Sólo hay que saber establecer una red de conocimiento despojada o libre de algunas cargas procedimentales y fomentar el intercambio de ideas que sirva para la toma la generación de ideas y de la toma de decisiones efectiva.

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¿Desarrolló J. Edgar Hoover el sistema de catalogación de la Library of Congress?

Hoover y la Library of CongressJohn Edgar Hoover (1895-1972) fue el primer director del FBI (Federal Bureau of Investigation) y se mantuvo en el cargo hasta el día de su muerte. En un principio, sería designado director de la Bureau of Investigation (Precursora del FBI) en 1924 y posteriormente nombrado director del FBI cuando se creó como tal en 1935. Hoover desempeñó un papel decisivo a la hora de construir y diseñar la oficina de investigación tal y como la conocemos hoy en día y, por ello, el director y actor Clint Eastwood dirigió la película J. Edgar (2011) donde el personaje de Hoover lo interpreta Leonardo di Caprio.

Uno de las actuaciones más relevantes que desarrolló Hoover para la mejora de la investigación policial fue la introducción de la ciencia y de las huellas dactilares para la recopilación de pruebas para de esta manera poder inculpar a sospechosos. Además, también consideró el diseño de clasificación de los expedientes del FBI para la mejora de su recuperación y agrupación de la información.

En la película de Eastwood, se asevera que Hoover trabajó previamente en la Library of Congress y que durante la época en la que estuvo trabajando en la biblioteca nacional americana, cooperó a la hora de diseñar el sistema de clasificación de la misma. Obviamente, esta afirmación llama poderosamente la atención. En la película, di Caprio posee una escena recuperando un libro mediante el catálogo de fichas de la misma biblioteca afirmando que el sistema lo diseñó él. Sin embargo, el hito conseguido por el ex-director del FBI simplemente es falso.

En la página web del FBI dedicada al director, se indica que entró en la Library of Congress (LoC) con 18 años como mensajero y posteriormente se ubicaría en el departamento de compras. La biblioteca, por su parte, le dedicó un texto intentando documentar su paso por la institución a raíz de la película y de los intentos de la productora de intentar documentarse.

La LoC asegura que es difícil obtener documentación de trabajadores tan antiguos y que se debe recurrir a documentos secundarios y fuentes indirectas como listados telefónicos o los propios archivos de una división. En el caso de Hoover, existe documentación (ver imagen) que demuestra que comenzó a trabajar en 1913 con un salario de $360 y que al año siguiente mantendría la misma posición viendo cómo ascendía su retribución hasta los 420.

En 1915, se le traslada hasta el departamento de compras como clerk (trabajador) donde se dedicaba a mecanografiar las órdenes de compra. No hay rastro de que trabajase como catalogador, ni por su posición pudiese haber desempeñado funciones para diseñar el sistema de clasificación bibliotecario. Sin embargo desde la LoC se cree que por la posición que desempeñaba y la situación de su departamento, que se encontraba entre la Classification Division (Donde efectivamente se desarrolló el sistema) y la Catalog Division donde a los nuevos materiales se les asignaba la signatura. Es bastante probable que Hoover quedase impresionado por la eficiencia en la clasificación de los materiales y lo trataría de trasladar al FBI. En 1917, abandonaría la biblioteca para trabajar en la administración pública americana.

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La privatización de las bibliotecas públicas

Public Library Privatization

La primera impresión puede que sea un oxímoron, algo que por su propia naturaleza es incompatible con el término que le acompaña, sin embargo la corriente de la privatización de bibliotecas públicas está produciéndose con un paso decidido dentro del mundo anglosajón. Tanto es así que la ALA (American Library Association) posee una sección dentro de su web para tratar de explicar el fenómeno de las privatizaciones de las bibliotecas públicas. En ella, se discrimina lo que sería el outsourcing (Externalización de actividades de soporte como la limpieza y el mantenimiento que no son propiamente actividades bibliotecarias) y la privatización propiamente dicha (Abarcando ya tanto la gestión técnica como administrativa de los centros).

 La privatización de las bibliotecas públicas comienza durante la década de los años 90 en Estados Unidos y se afianza durante la siguiente década. Su salto a Europa se produce gracias a las políticas de austeridad y de recortes en las administraciones públicas en las que tras la restricción presupuestaria en servicios y en colecciones comienza a apuntar ya al personal de la biblioteca. El debate sobre las privatizaciones y el prestigio de las empresas que se hacen con las licitaciones es muy vivo en Reino Unido. En este país, las privatizaciones comienzan en 2008 en el municipio de Hounslow con cierta polémica. La resistencia de los trabajadores y de los usuarios ha sido intensa en todos los municipios que han abordado esta nueva política de gestión, sin embargo lentamente nuevos municipios se han ido uniendo a esta corriente.

La empresa John Laing Integrated Services es una de las principales adjudicatarias de estas externalizaciones con contratas con una duración de hasta quince años, pero la adquisición de esta empresa por la empresa de servicios Carillion indica que nos encontramos con una tendencia que se está consolidando y que provoca encendidos debates. Así, el conservador Daniel Hannah se preguntaba: “¿Por qué las bibliotecas deben estar gestionadas por el Estado? ¿No reside nuestra civilización en las estanterías de nuestras casas?” Lo que es evidente es que el cambio de gestión de pública a privada cambia la relación de estas bibliotecas dentro de la sociedad.

En Estados Unidos, se ha tratado de comprobar los cambios que han producido en estas nuevas políticas hasta ahora desconocidas. Sin embargo, los efectos reales no son tan evidentes y todavía se encuentran en discusión lo que excede las pretensiones de esta nota. Sin embargo, si bien algunos usuarios se extrañan de que el personal rote de forma intensa y a pesar de la oposición inicial y los temores incluso de descenso de la calidad del servicio, ésta aparentemente se mantiene y las conclusiones son que las bibliotecas privatizadas funcionan un poco peor que la media, pero simplemente es porque se encuentran en distritos más deprimidos.

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Los bibliotecarios se resistieron a entregar sus registros de usuarios al FBI

Nos sorprendimos cuando en la película Seven el teniente William Somerset obtenía una lista con una serie de usuarios que había pedido en préstamo una serie de libros. De hecho, en la película Sommerset confirma a Mills que el FBI dispone de un registro de libros prohibidos que prestados aleatoriamente no suelen aportar mayores problemas, pero que si se empiezan a solicitar libros muy próximos entre sí, en forma de patrón, los agentes federales acabarán investigando a esa persona. La película rodada en 1995 parecía intuir un hecho que se ampliaría tras la aprobación de la PATRIOT Act tras los atentados del 11S.

En 2004, un tiempo después de la aprobación de la Ley Patriótica (Octubre de 2001), los agentes del FBI empezaron a enviar cartas advirtiendo a los bibliotecarios que iban a recibir una visita de sus agentes. Estas cartas solicitaban a los responsables de la biblioteca la recopilación de información tanto de los préstamos que los usuarios realizaban como de lospatrones de navegación de Internet que podían ser entregados sin necesidad de la orden de un tribunal. Además, se advertía al personal de la biblioteca que no se podía comunicar la recepción de la misiva a ninguna persona, a excepción de abogados o a personas implicadas en la elaboración de los requerimientos de las cartas.

Cartel Anti-Patriot ActLos bibliotecarios respondieron poniendo carteles en las bibliotecas (Imagen) que anunciaban «El FBI no estuvo aquí (Estén atentos a la retirada de este cartel)» a forma tanto de advertencia como de protesta. Kari Hanson, directora de la Bridgeview Public Library de Chicago recibió una visita de los agentes del FBI. Le requirieron información sobre una persona, aunque dentro de sus registros no aparecía como usuaria de su biblioteca. Hanson mostró su disconformidad con la medida asegurando que «los patrones de la información son sacrosantos. No es el asunto de nadie lo que tú lees».

Esta resistencia en forma de advertencia en sus centros, que algunos han definido como naïf, muestran el compromiso de los bibliotecarios con sus usuarios. Hecho del que las grandes compañías tecnológicas no pueden alardear frente a los requerimientos de la NSA (National Surveillance Agency) que sólo han reaccionado tras el destape de las prácticas de la agencia por su ex-agente Edward Snowden.

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Los drones que reparten libros de biblioteca

Aunque el término Drone tiene una connotación bastante negativa debido a su amplio uso dentro del ejército de los Estados Unidos, actualmente estos pequeños vehículos aéreos están encontrando infinidad de usos desde el reparto de pizzas, al envío de salvavidas, la grabación de vídeos… Y ahora el envío de libros de texto.

La Universidad de Sydney (Australia) ha alcanzado un acuerdo con la empresa Zookal para el envío de libros de su biblioteca a través de drones. La solicitud se puede realizar a través de una App de un dispositivo móvil y, entre otras funcionalidades, se podrá seguir el recorrido del libro en la misma. El proyecto tiene que disponer todavía del visto bueno de la autoridad de aviación civil australiana (Civil Aviation Safety AuthorityCASA).

Aunque no existe una regulación sobre su uso en muchos países occidentales, en el caso australiano es distinto ya que introdujo la regulación sobre el uso de drones en 2002. Los bomberos de Melbourne ya los utiliza en situaciones de emergencia y son uno de los 56 operadores que tienen licencia de uso. Respecto al envío de libros de la Universidad de Sydney, hasta marzo de 2014 no habrá una resolución al respecto, pero de aprobarse se trataría del primer servicio comercial que realiza reparto de paquetes mediante este sistema.

Por otro lado, el ahorro de costes parece interesante. Desde Zookal se asegura que el envío de libros con drones se calcula en $3, mientras que usando un servicio de paquetería tradicional el coste es de $30 aproximadamente. Por otro lado, el envío se realiza en unos minutos respecto a las horas con las que se tarda con un servicio de mensajería.

zookal

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Las enfermedades de la información no son para tanto

Las enfermedades relacionadas con la información han sido ya retratadas aquí en diversas ocasiones. La infoxicación (information overload en inglés), que llegó al extremo de ser tema principal de un anuncio de una marca automovilística, ha sido analizado aquí desde su propia definición, sus razones, cómo evitarla, su evolución durante la Web 2.0, desde un punto de vista filosófico, la propuesta de poner un impuesto sobre ella e, incluso, desde un lejano siglo XVI.

A la infoxicación y a la infomanía, se les trata de unir ahora la infobesidad, aunque en realidad se trata de un sinónimo de infoxicación, mucho más centrado en el trabajo diario y la cantidad de correos electrónicos que los trabajadores deben de contestar. Obviamente, tratar de reducir la infoxicación al uso del correo electrónico parece actualmente completamente ridículo cuando sólo nuestro teléfono móvil nos requiere atención las 24 horas del día a través de las distintas aplicaciones que tengamos instaladas y sus notificaciones.

Sin embargo, algunos estudios aseguran que la infoxicación no es un problema para algunas personas. De hecho, según un estudio de la Universidad de Michigan, Taming the Information Tide: Perceptions of Information Overload in the American Home, muchos usuarios de redes sociales no sienten que esa sobreinformación sea una carga, sino que se trata más bien de un refuerzo de su libertad de opción. El estudio, que hace referencia a distintos soportes informativos pasando por la televisión o el social media (este último no sale muy bien parado), afirma que esa ansiedad por tantas opciones informativas aumenta según decrecen las habilidades de uso en las Nuevas Tecnologías. El texto asevera que sólo uno de los individuos acabó hiperventilando (síntoma de ansiedad) ante la cantidad de opciones informativas a las que tuvo que hacer frente en un momento determinado.

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Cómo convertir una biblioteca en un lugar de juegos (y de lectura)

La empresa de diseño española Playoffice nos propone un divertido sistema para convertir cualquier biblioteca particular en lugar de juegos y de lectura para los más pequeños. El sistema es tan simple como la colocación de una red a cierta altura donde los niños puedan encontrarse más cómodos para desarrollar sus actividades. Claro que el concepto, denominado Reading Net, requiere de bibliotecas personales de cierta envergadura para poder ser llevado a la práctica.

Reading Net

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