Dentro de esta profesión, como imagino que en el resto de profesiones, hay ocasiones para los encuentros y, claro, para los desencuentros. Sin embargo, para los profesionales de la información, el primer conflicto puede nacer con tan sólo leer el título de este artículo que me dispongo a escribir y cuya publicación prolongaré durante algunas semanas de verano. Mi interés fluye hacia otros derroteros, puesto que el conflicto sobre la dualidad «Bibliotecario – Documentalista» ya está claramente superada.
Así, diré que se trata de dos puestos laborales distintos y complementarios, que se encuentran unidos por un fino hilo que se resiste a ser roto. Por ejemplo, la educación universitaria en España tiene como objetivo la formación de bibliotecarios y documentalistas a lo largo de una diplomatura (tres años), mientras que la categoría de documentalista se amplía durante dos años más con la licenciatura, dando un total de ciclo formativo de cinco años.
Por otro lado, los que yo considero otros profesionales de la información, los archiveros, han tratado de desvincularse de estas dos profesiones con cierto desdén que nunca he alcanzado a comprender. A pesar de que es obvio que las tres especialidades disponen de materiales y métodos distintos, los objetivos son similares, si no próximos, y consisten en la descripción, almacenamiento y recuperación de la información. Y si bien en las distintas diplomaturas de Biblioteconomía ofrecidas por las universidades españolas se imparte archivística, paleografía, diplomática y numismática; los archiveros se resisten a ser englobados dentro de los Colegios Profesionales de Bibliotecarios y Documentalistas, reservándose así una cierta exclusividad de élite.
Estos colegios, los existentes como el de Cataluña y los que se encuentran en proyecto de ser constituidos como el de la Comunidad Valencia o Galicia, reafirman los lazos de las profesiones del bibliotecario y del documentalista, mientras prosiguen en sus intentos de tender puentes hacia la figura del archivero.
Pero, respecto a las tres, permitidme añadir algo novedoso, un nexo que reafirma mi convencimiento de que son diferentes, mas, como ya señalé, complementarias. Me refiero al hecho fehaciente consistente en que las tres profesiones se deben reinventar y reciclar constantemente, derivándose la necesidad de que la formación de un profesional de la información no puede acabar tras cinco años de estancia universitaria.
La explicación al reciclaje es bastante sencilla. El pilar fundamental se halla en la elaboración y desarrollo de nuevos procesos de tratamiento informativo y documental que se derivan de la informatización, primero durante la década de los 80, y de la generalización de la telemática y los nuevos protocolos de compartición de la información.
Ante esta nueva situación, son el bibliotecario y el documentalista los que descubren lentamente y en un primer momento, mas sin duda maravillados, las nuevas posibilidades que Internet y las nuevas redes de información les ofrecen. Ante las numerosas fuentes de información que se hacen accesibles, comprenden la necesidad de integración de sus profesiones dentro de un nuevo marco en los que abandonan progresivamente el rol de ser intermediarios entre los usuarios de los centros y la información, pasando a ser recolectores, gestores y asesores de la misma. Este proceso de digitalización provoca el comienzo de la aparición de nuevas especializaciones dentro del complejo mundo de la Documentación, dando mayor relevancia a la información en sí que al soporte. Me estoy refiriendo a los infonomistas, gestores del conocimiento, gestores de la información y de contenidos, arquitectos de la información, etc.
Mientras tanto, el archivero parece permanecer ajeno, casi agazapado, a este cambio pensando quizá que tal vez Internet no vaya a producir un impacto efectivo en su modo de trabajo y, sin embargo, lo hace de forma irremediable a partir de la primera década del siglo XXI.
Las administraciones públicas comienzan a utilizar la nueva vía de comunicación que ofrece la Red, arrinconando lentamente pero de forma imparable, algunas gestiones que antes se realizaban con formularios sobre el soporte de papel. El desarrollo informático comienza a desarrollar y presentar soluciones fiables para el papel electrónico (e-paper), acompañándolo de la firma digital y nuevos recursos que conducen hacia la nueva administración digital. Por otro lado, los propios archivos históricos, que gestionaban los archiveros mayoritariamente, comienzan a salir del ostracismo bajo el que estaban sometidos por criterios de seguridad y conservación haciendo accesibles sus fondos a través de Internet. El proceso de digitalización también les alcanza y el papel de intermediario entre el investigador y el documento que realizaban los archiveros se ve cuestionado como les sucedió a sus primos hermanos, los bibliotecarios y documentalistas.
Continuará el martes, 27 de julio
Estimado Marcos:
El artículo debería ser mandado a todos los medios posibles e incluso a las direcciones generales del libro, y ¿por que?: pues porque tienes toda la razón del mundo aunque te ha faltado hacer hincapie en el comportamiento real de empresas e instituciones hacia nuestro trabajo.
Luke
Hola Lucas
Sobre lo que comentas, de hecho, he hecho hincapié, pero en otros envíos. Este artículo pertenece a otro más grande que abarca varios temas.
Sin embargo, si crees que me he olvidado algo puedes explayarte con total tranquilidad.
Saludos
[…] En ocasiones, tengo la impresión de que los bibliotecarios y documentalistas nos sentimos inseguros con nuestra profesión, seguramente por lo menospreciados que han sido siempre los bibliotecarios en nuestra sociedad, y por lo difícil que resulta hacer entender a los demás qué es ser documentalista. Quizá es por eso por lo que nos gusta buscar referentes en el mundo del cine, de la literatura o incluso del cómic, que reflejen cómo somos o, más bien, cómo nos ven. […]
Soy Documentalista de la Secuela Superior Politécnica de Chimborazo de Riobamba Ecuador, los comentarios que en tus páginas se presentan son la realidad en mi provincia no se da la real importancia al trabajo que realiza el bibliotecario y documentalista es un trabajo académico que no se ve a simple vista.