A los políticos de este país últimamente se les llena la boca hablando de la I+D+i (Investigación, Desarrollo e Innovación) de la urgencia del cambio de la mentalidad de un país que hasta hace poco recibía importantes inversiones de multinacionales debido a su mano de obra barata respecto a otros países europeos con mayor desarrollo económico. Estos mismos políticos no dudan en sugerir e incluso invitar a las empresas, no sé si llegarán al extremo de subvencionar, a que se deslocalicen hacia otros mercados gracias a las distintas liberalizaciones de comercio que se han sucedido en pocos años. Así pues, los habitantes de España miran con cierta sorpresa cómo las multinacionales aparentemente se ponen de acuerdo a la vez y comienzan a cerrar fábricas, no necesariamente insolventes, además de descubrir con escarnio cómo empresas nacionales de cierta importancia comienzan apresuradamente sus traslados de producción.
Sintiéndolo, para comprender lo que está sucediendo en España, debemos de realizar una explicación macroeconómica de forma introductoria. España a mediados de los años 70 del siglo XX era una sociedad industrial que concentraba esfuerzos en la transformación de la materia prima y de otros elementos, como la energía, para la obtención de un producto acabado que no necesitaba de trabajo altamente especializado en la mayoría de los casos. La situación actual deriva de que España ha desarrollado un esfuerzo económico y educativo a lo largo de los últimos 30 años tratando de obtener mano de obra altamente cualificada, además de realizar un salto económico gracias a su ingreso en la Comunidad Económica Europea, hoy re-denominada Unión Europea, a mediados de los años 80.
Sencillamente, este país se encuentra actualmente a las puertas de lo que se ha denominado Sociedad del Conocimiento,un estadio superior a la Sociedad de la Información. Este tipo de Sociedad, en contraposición a la Industrial, es aquella que no destina más del 12% de su mano de obra a trabajos del sector primario o secundario, acercándose al 90% en el sector terciario, es decir, de servicios y/o de creación del conocimiento.
La disposición de una mano de obra altamente cualificada, gracias a la formación universitaria, más la posibilidad de disponer fondos suficientes para realizar grandes inversiones tecnológicas y en investigación; permite a los países desarrollados centrarse en el desarrollo de esta Sociedad del Conocimiento. Sin embargo, debemos tener muy presente la situación actual en España para no conformarnos en las definiciones grandilocuentes que no conducen a ninguna parte.
Debemos de saber que en la deseada Sociedad del Conocimiento es necesaria una eficaz y estable creación del conocimiento y la gestión de éste es capital para la implantación y el éxito productivo de ésta. Y es precisamente aquí donde los documentalistas (o los infonomistas, information brokers, information managers, etc.) deben comenzar a trabajar como un elemento de enlace activo para el éxito del modelo.
La Universidad y los diversos institutos de investigación españoles (CSIC, principalmente, pero también los distintos institutos tecnológicos de las comunidades autónomas)son dos de las mayores instituciones encargadas de la investigación y, por ende, de la creación del conocimiento. Si no ponemos en duda que si España quiere alcanzar el siguiente estadio informacional necesita proseguir con la motivación de creación de conocimiento; debemos recalcar que el reto consiste principalmente en llegar a transmitir convenientemente y de forma efectiva toda ese conocimiento producido desde las instituciones de investigación al sector empresarial que será capaz de generar riqueza y beneficios sociales que se distribuirán de forma beneficiosa a la sociedad.
Es, por tanto, necesario el reconocimiento y la formación de una serie de profesionales capaces y preparados para servir de conexión entre Universidad y Empresa. Sin embargo, también son los documentalistas, ya formados y que desempeñan su rol tanto en instituciones públicas y privadas, unas de las piezas importantes en el tablero de la traslación hacia la Sociedad del Conocimiento que se está produciendo actualmente. Son ellos, mejor dicho, somos nosotros los que debemos mostrar nuestra capacidad de reclamar una posición que resulta necesaria para el éxito de la traslación hacia el nuevo modelo. Por lo tanto, los documentalistas deben comenzar a adquirir roles tanto en las instituciones públicas como en las empresas para cubrir la necesidad social y económica de la distribución del conocimiento si esta sociedad quiere evolucionar satisfactoriamente los próximos años.
Aunque sé que lo ideaste hace tiempo, en vista de la polémica surgida en IWETEL relativa a las condiciones laborales y el escaso reconocimiento de la profesión, este post parece muy adecuado en este momento.
El problema es que «los que estamos» sabemos «lo que somos», pero los que «no están» no tienen ni idea de: quienes somos, qué trabajo hacemos, para qué servimos y qué valor añadido podemos aportar.
Es como dar vueltas en círculo: nuestros mensajes parecen no llegar a ninguna parte.
Sé que a veces escribo mamotretos que espantan al más preparado, pero considero que son cosas que se deben decir. Si luego hay alguien que se pasa por aquí y saca sus propias conclusiones mejor que mejor.
I+D+i, oigo eso y me da la risa….
LLevo un año trabajando, mejor dicho, desarrollando mi beca, en una fundación encacgada precisamente de fomentar la I+D+i en Galicia…. y si os contara…
[…] rmación esencial dentro del marco económico en el que vivimos. Ya escribí en otro artículo sobre la necesidad del cambio, que la economía española debía encarar de una vez la […]
[…] de investigación todavía no ha sido capaz de adaptarse al proceso informativo actual, en él que los documentalistas podemos ser una pieza más para la resolución de los rompecabezas de la Ciencia. Tags —documentalistas, empresas, […]