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¡Qué sano es usted, ni fuma ni lee!

Extraída la anécdota del título de este texto del artículo “Comunicación saludable, silencio tóxico” de Enrique Sueiro, que apenas tiene que ver con lo que se desarrollaría posteriormente, ando preocupado porque si bien es cierto que ni se puede ni merece la pena leer todo, festejar el analfabetismo deliberado con semejante frase venga de quien venga, no admitiría justificación.

Pero, qué voy a decir nuevo que no haya dicho, ya hace dos siglos, Mariano José Larra que no demuestren las estadísticas y que no refrenden nuestras administraciones públicas, medios de comunicación y profesionales del sector que deben echar mano de la psicología inversa para animar a leer. Porque no es, ni será, costumbre de este país el de la lectura, tal y como, desde el humor que nos caracteriza, contemplamos con sorna, aunque también es de justicia, con disgusto.

Pero, ¿qué es leer saludablemente? ¿Hay que leer por leer? ¿Qué se debe leer? ¿Evasión o erudición? Infinitas opciones ante las que se bate tanto el lector ocasional como el profesional, mientras nos conducen ante cierta desazón si la elección no es de nuestra completa satisfacción. Puesto que leer bajo el Sol de agosto agota y nos deja sedientos en búsqueda de otras actividades mucho más diluidas y posiblemente más ligeras como, por ejemplo, encararnos a la vacua televisión estival que no requiere de ningún esfuerzo intelectual salvo el de apretar el botón Cambio de canal con cierta intermitencia.

Pero que no quepa duda que la no-lectura no llega a ser saludable. Ya se trate de un diario, un libro o este mismo panfleto (que no merece vuestro tiempo) no os dejéis captar por la inopia porque esto, que os halléis en ella, es el deseo de muchos para llevaros a su terreno, confundiros con palabras grandilocuentes pero vacías en contenido. No os consideréis sabios por lecturas añejas y conocimientos adquiridos hace tanto, puesto que la vanidad os hará caer en vuestro propio desconocimiento y, atrapados en él, os abandonaréis en la dulce pendiente de la espiral que finalmente os arrastrará hasta un pozo del que os costará emerger de nuevo.

Ya lo dijimos antes, pero repetimos: ¡Leed siempre malditos!

Publicado en Cajón de sastre

5 comentarios

  1. Me parece que la respuesta se encuentra en los clásicos de la literatura universal. Por algo se han llevado a cabo los «convenios» sociales de personas que se han encerrado durante años en licencituras tales como Letras Hispánicas, Francesas, Inglesas, etc, Sin embargo, tengo que admitir con cierta opresión en el corazón que en mi país (México) poco se lee y además muy mal. Aquí somo como diría el escritor José Joaquín Blanco en «Las púberes canéforas» a los «analfabetos funcionales», a quien le da por escribir de todo, sin empacho ni cordura.

  2. L. L.

    ¿Pero no perdió el seso Alonso Quijano el Bueno por su afición desmedida y disparatada a las novelas de caballerías? ¿Cuál es el sentido, pues, del escrutinio y posterior hoguera que acometieron el cura y el bachiller?
    La censura existe en nuestros días lo mismo que en los de antaño: es un sistema de protección de los valores vigentes en una sociedad dada. Ahora, por ejemplo, censuramos y con razón escritos apologéticos sobre el terrorismo, la pederastia, la añorexia, el racismo, etc. ¿Es que nosotros solos vamos a estar en lo cierto?
    La censura de cada tiempo y lugar selecciona lo que se puede y debe leer a través de sus élites dominantes. No es cuestión de analfabetismo o intolerancia: es cuestión de supervivencia colectiva y transmisión de creencias.
    De aquí la consecuencia inevitable: hay libros perniciosos, lecturas tóxicas, palabras como bombas.

  3. me hiciste recordar a nuestro tristemente célebre exmandatario VIcente Fox, que en más de una ocasión demostró lo sano que era porque era evidente que no leía. Entre sus declaraciones:

    Decir Borgues en lugar de Borges
    Decir que Vargas Llosa es Colombiano y que ganó un premio nobel
    Y aconsejar a una señora no leer los diarios para no deprimirse.

  4. […] colación de lo dicho anteriormente en este mismo lugar, sobre lo sano o lo insano de la lectura, no podríamos perder esta oportunidad y dejar de publicar esta viñeta de Ramón, humorista […]

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