Como autor neófito en esto de publicar textos en "formato atómico", me he dado cuenta de tres cosas:
- Es difícil que te publiquen una idea.
- Es difícil escribir para una publicación impresa.
- Es difícil que acierten con tu nombre.
Porque de mis dos paupérrimos textos publicados, no parece que nadie acierte con el nombre del autor. Si tenemos presente que los documentalistas y los bibliotecarios han sido los primeros en tratar de formalizar y normalizar la forma en que los autores publican sus textos, en mi caso, como diría Álvaro Roldán, en casa del herrero, cuchillo de palo.
Como autor, he sido un poco dejado en cuanto a mi firma. El primero de ellos, Los bibliotecarios sin Gutenberg, lo firmé como Marcos Ros junto con la dirección de este blog porque así ha sido siempre como he firmado mis textos considerando innecesario el apellido materno. Sin embargo, pronto me percaté de mi error y ante la segunda oportunidad que tuve de publicar, el texto era La Web 2.0 más productiva, ya me decanté por el nombre completo Marcos Ros Martín. Así pues tenemos dos variaciones de firmas en dos artículos para una misma persona.
Sin embargo, he asistido sorprendido a la vez que un poco divertido cómo he sido rebautizado en distintas ocasiones. La primera vez que detecté el error fue en el blog DosPuntoCero, haciendo referencia al número especial sobre la Web 2.0 de la revista Educación y Biblioteca, entonces me llamaron Marcos Ros García.
Obviamente, este desliz no tiene la menor importancia, pero el cariz cambia cuando en Dialnet mi nombre es, en realidad, Marcos Ros Martínez.
Donde tampoco sucedería nada, si no fuese porque se asigna a Marcos Ros Sempere, que ha publicado otro texto, un artículo mío.
Así pues, me encuentro con dos artículos publicados en los que se me referencia con tres nombres diferentes, lo cual me lleva a considerar seriamente la normalización de mi firma, tal y como se recomendaba en el último número de El Profesional de la Información dentro del texto Normalización de la información: la aportación de IraLIS, por lo que me he dado de alta. Las razones (aunque se intuyen):
Los autores que firman con todo su nombre oficial (tal como figura en su DNI, pasaporte, carnet de conducir, tarjeta de la Seguridad Social, etc.) se encuentran a menudo con la desagradable sorpresa de que sus trabajos publicados en revistas aparecen referenciados en los buscadores, en los depósitos OAI y en las bases de datos internacionales de diferentes formas –según lo haya interpretado el productor de la base de datos o recurso de que se trate-, por lo que recopilar su bibliografía personal es en ocasiones muy difícil.
El hecho de que una firma esté compuesta por muchos elementos contribuye, además, a que el autor firme sus trabajos de distintas formas.
Así pues, ya soy Marcos Ros-Martín, incluso dentro de este blog, por si algún otro día publicamos algo de interés. ¿Próximo paso?, ahora que también he corregido mi ficha en eLis. ¿Una ficha en el directorio Exit? No, creo que todavía no somos dignos.
Actualización (30/1/2008): Parece que tras la publicación de este post los bibliotecarios se han puesto manos a la obra y han arreglado el desaguisado. ¡Muchas gracias!
[…] Tuenti. También me he cruzado con algunos “Marcos Ros” en mi vida (a uno de ellos incluso le adjudicaron una publicación mía) ya se trate de forma virtual como real y siempre he sentido cierta simpatía hacia ellos. Desde el […]