El autor Philip K. Dick es uno de mis últimos descubrimientos y lentamente me estoy haciendo con su biblioteca a la par que se está convirtiendo en uno de mis autores favoritos. Este hecho es curioso, ya que este autor siempre ha estado presente en distintos frentes aunque me había pasado completamente desapercibido hasta ahora. Al igual que yo, seguramente conoceréis una de las obras más famosas de K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? que fue llevada al cine por Ridley Scott a principios de los años 80 con el título de Blade Runner y que, por otro lado, es apasionante. Sin embargo, mi primera adquisición de este autor fue la novela Ubik que me sorprendió gratamente al tratar algunos aspectos que se han retomado en el cine de ciencia-ficción actual como Matrix.
No soy especialmente amigo de los cuentos, por lo visto no me es sencillo llegar a tolerar esas historias cortas apenas pinceladas, que sin embargo pueden llegar a poseer más contenido que un libro de un género mayor como la novela. Cuentos Completos I (ISBN:84-450-7538-1) fue mi segunda adquisición de K. Dick y tras avanzar en su lectura os lo recomiendo sin reservas si realmente os gusta el género de la ciencia-ficción. De este libro, extraigo un breve fragmento de texto del cuento La Calavera en la que aparece una bibliotecaria, con las gafas de rigor, pero que por una vez parece dispuesta a brindar ayuda a un usuario.
Pocos minutos después subió la escalera de la pequeña biblioteca pública y penetró en su cálido interior.
La bibliotecaria levantó la vista y sonrió.
– Buenos días – dijo.
Le devolvió la sonrisa sin atreverse a hablar; no utilizaría las palabras correctas y lo traicionaría su extraño acento. Se acercó a una mesa y tomó asiento frente a una pila de revistas. Las hojeó unos instantes. Después volvió a ponerse en pie. Se dirigió hacia una gran librería apoyada en la pared. Los latidos de su corazón se aceleraron.
Periódicos…, semanas enteras. Cogió un montón, se los llevó a la mesa y empezó a estudiarlos rápidamente. La imrpesión era rara, las letras singulares. Desconocía algunas palabras.
Apartó los periódicos y fue a buscar más. Por fin encontró lo que buscaba. Se apoderó de la Cherrywood Gazette y la abrió por la primera página:
Un prisionero se ahorca
Un hombre no identificado, arrestado en la oficina del sheriff del condado como sospechoso de sindicalismo criminal, fue encontrado muerta esta mañana por…
Finalizó el artículo. Era vago e inconsistente. Necesitaba más. Devolvió la Gazette a los estantes y, tras un momento de duda, abordó a la bibliotecaria.
-¿Más? – preguntó – ¿Más periódicos? ¿Antiguos?
– ¿Cuáles? – La mujer frunció el entrecejo – ¿De qué año?
– De hace meses. Y… de antes.
– ¿De la Gazette? Es lo único que tenemos. ¿Qué quiere? ¿Qué está buscando? Quizá pueda ayudarle.
Conger permaneció en silencio.
– Encontrará ejemplares más antiguos en las oficinas de la Gazette – dijo la mujer quitándose las gafas – ¿Por qué no lo prueba? Aunque, si me lo dijera, quizá podría ayudarle…
Conger se marchó.
DICK, Philip K. Cuentos Completos I. Barcelona: Minotauro, 2005. p. 75-76
Me complace comprobar que la labor de Julio y mía en convertir a Marcos en un ávido lector de buena ciencia-ficción tenga sus frutos 🙂
Y ¡qué bien! Una bibliotecaria amable y servicial.
Tendré que releer esta historia, porque no la recuerdo.
:d Si señor una bibliotecaria amable!! Bien!! hurra!!!
Ejem aunque el usurio es un poco reticente a preguñntar… bueno qué narices, como los usuarios estandar!! XD XD
La pregunta sería: ¿El lector, de cualquier género claro, nace o se hace?
The answer is blowing in the wind…
Uggg eso es entrar en palabras mayores… seguramente se haga… XD