Todos los comienzos en cualquier puesto de trabajo son difíciles. Nuestras ansias por tratar de hacer las cosas lo mejor posible, por sorprender o incluso por diferenciarnos del resto, en ocasiones nos conducen a tomar caminos equivocados e inducirnos al error. El destino del primerizo parece consistir exclusivamente en meter la pata, que los jefes te acaben descubriendo siendo tú consciente o inconsciente de tu falta y que finalmente te reprendan por ello en distintos grados.
Hay una habladuría en el lugar donde trabajo que cuenta que un redactor de un medio de comunicación que comenzaba su período de prácticas cubrió un encuentro deportivo. Su curiosa crónica, de la que sólo transcendió la primera frase, se iniciaba (Más o menos): El partido comenzó con empate a cero en el marcador. El director del medio, como todo buen director que se precie que lee el producto que se realizó durante todo el día anterior, le hizo llegar una nota al día siguiente junto con el texto de su noticia recortado del diario ya impreso.
Querido/a Redactor/a:
Es norma general que todos los encuentros deportivos comiencen con el mismo marcador: Empate a cero.
Imagino que todos los periodistas tienen su pequeña anécdota, pero hay una frase que todos los veranos se repite en la redacción que lanza sin descanso uno de los redactores jefes a sus periodistas noveles que cuidan con celo sus plumas: ¡Sujeto Verbo – Predicado! ¡Esto es periodismo, no literatura! Evidentemente, la precisión, concisión y claridad constriñen la necesidad de los prácticos de expresarse tal y como a ellos les gustaría, pero son las reglas del periodismo, formalidad ante todo. El estilo literario habrá que dejarlo apartado para mejor ocasión y desde luego que oportunidades no faltan.
Ahora bien, desde esta pequeña tribuna que he ido moldeando, yo también me considero pecador. Seguramente, a mi amiga Maria Elena, junto con la que mantengo este blog, en más de una ocasión le hubiese gustado disponer de la frase ¡Sujeto Verbo – Predicado! a mano para poder espetármela a la cara. Sin embargo, he de admitir que no puedo evitar tratar de escribir largas cadenas de pensamientos encadenados, a veces escasamente sostenidos entre dos comas, que la propia Maria Elena en muchas ocasiones considera inteligibles para cualquier mortal excepto para mí que soy el que los concatena. Desgraciadamente para ella, y para vosotros llegado el caso, debo de admitir que no puedo dejar de escribir tal y como he aprendido a hacerlo tras muchas horas de práctica.
Lo mejor de tener un compañero de blog es que siempre puedes cruzar correos con él buscando consejo. Por ejemplo, cuando un tema consideras que es interesante para ti, pero te sientes timorato sobre él; o cuando simplemente necesitas una segunda opinión antes de publicar un texto. En cualquier caso, partiendo de la base que este blog no es periodismo, desde luego tampoco es literatura, no me comprendería si dejase de escribir largas frases con pensamientos y consideraciones yuxtapuestos. Es entonces cuando el compañero del blog poco puede hacer, salvo aceptar el enrevesado estilo del prójimo y tratar de ajustar el texto hacia la inteligibilidad.
Así pues, las ristras de pensamientos, que se repiten queriendo decir lo mismo y cuyo objetivo no es otro que decir las cosas dos veces para reafirmarme en ellas y que queden claras, continuarán apareciendo. Soy de la opinión de que todo tiene su razón de ser, aunque parezca que no. Pero también es cierto que en ocasiones me equivoco y algunas frases no las comprendo ni yo mismo. Como este texto, para no ir más lejos.
Después de esta «Oda a mi compañera de blog», aquí es donde veo confirmada mi función en este blog como correctora de textos.
Desde luego escribo pocos, pero bastantes de los textos de Marcos me los he leído desde la primera a la enésima versión publicada y, espero, ayudado a hacer inteligible.
Tomaré nota de tu frase «sujeto-verbo-predicado».
(Bueno, Marcos, entre tu y yo, ya te pagaré algo cuando nos veamos 😛 ).
te has superado. .-)
¿lo del redactor y jefe es cierto? no pueden existir jefes con tanta paciencia jeje
Es cierto, aunque últimamente se van superando y cada vez se oye menos. Pero es Historia.