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¿Los editores hablan y los bibliotecarios callan?

Durante el 21º Encuentro sobre la Edición, los editores aportaron algunas cifras que colocaban a España dentro de una situación bastante deficiente en cuanto inversión en bibliotecas públicas respecto a la Unión Europea. Los datos que se aportaron durante la jornada sirvieron para comenzar el debate tanto en la lista de distribución de Iwetel como en la blogosfera. Desgraciadamente, los comentarios devinieron a críticas directas respecto ciertas actuaciones de las asociaciones profesionales de Biblioteconomía y Documentación que no era objeto principal del debate que fue atajado de raíz tan pronto como las direcciones de las asociaciones aludidas replicaron.

En cualquier caso, si por una vez que en los medios de comunicación (y tan sólo en unos pocos) aparece reflejado el lastimoso estado en que se encuentran las distintas bibliotecas de este país comenzamos a afilar los cuchillos para buscar responsables entre nosotros, es bastante improbable, por no decir imposible, que avancemos un tanto para la solución de este problema. No debemos olvidar que la falta de inversiones desde las distintas administraciones tiene un problema de base que casi lo justifica y que se inicia desde la falta de lectores en España. Obviamente, sin demanda no parece necesaria la destinación de recursos, puesto que es algo que no es reclamado desde la sociedad. Desgraciadamente, para este país es más importante un campo de golf en un pueblo que una biblioteca municipal decente, pero este es un hecho que cada vez se vuelve más real.

Los principales hechos que los editores denunciaron durante su encuentro fueron:

  • Sobre las bibliotecas escolares. Un 10,7% de las bibliotecas escolares posee 11.000 libros y las menos dotadas están en torno a los 3.000 volúmenes-, pero muy por detrás de las recomendaciones de la Asociación Internacional de Bibliotecarios (IFLA).

  • Sobre las bibliotecas públicas. En 1990 había 2.663 bibliotecas públicas; en 2003, 4.661. En 1990 había tres millones de usuarios; en 2003, 8,7 millones. En 1990, la red de bibliotecas públicas poseía 21 millones de libros; en 2003, 52 millones de ejemplares. Pero, el 79% de la población española es ajena a la oferta de las bibliotecas. El 80% de quienes atienden las bibliotecas públicas no tienen una formación adecuada.

  • La media europea invierte en bibliotecas públicas 16,5 euros por habitante; en España, 6,22 euros. En la adquisición de libros, la media europea invierte más de tres euros por habitante; en España, 88 céntimos.

  • Sobre la composición de las bibliotecas, se comprueba que el 42% de los libros tiene más de 25 años y sólo un tercio puede considerarse actual, justo el porcentaje inverso de lo recomendado.

  • A finales de año las bibliotecas públicas comenzarán a cobrar un canon por préstamo de libros en concepto de derechos de autor. El ministerio asegura que el canon no repercutirá en el usuario, pero podría menguar los escasos recursos de las bibliotecas.

Que un medio de comunicación impreso, como es diario El País y que es el diario más citado sobre este tema, abra su sección de cultura y además le dedique una editorial a este encuentro centrado en la relación de los editores con las bibliotecas públicas españolas, nos debe de alertar que algo está fallando. Es obvio que los editores protestan puesto que la falta de inversiones en las bibliotecas repercute en sus negocios y por ende en sus complejas cuentas de resultados, pero no debemos despistarnos sobre el fondo del mensaje que son las conclusiones del encuentro: Se necesita una mayor inversión pública para fomentar la lectura y para contar con una red fuerte, modernizada y bien dotada de bibliotecas públicas y escolares. Al fin y al cabo, los editores comercian con la cultura y las bibliotecas tienen el objetivo primordial de facilitar el acceso universal a ésta. Los bibliotecarios también tienen un objetivo finalista cuando reindivican mejoras en las bibliotecas, pero no pensamos en términos monetarios.

Por otro lado, debemos de señalar que esta información es tan sólo un avance del estudio que la Fundación Germán Sánchez Ruipérez hará público el próximo septiembre sobre bibliotecas escolares. Pero a tenor de lo visto, los resultados definitivos que podemos esperar serán claramente demoledores y que mostrarán la erosión de los cimientos de lo que debería ser considerado un sistema bibliotecario. Pero, no sólo debemos buscar culpables en las administraciones o en las direcciones de los centros escolares. Si las cifras citadas anteriormente no eran ya de por sí desoladoras, reflexionemos sobre el hecho de que el 40% de los profesores encuestados no acude nunca a la biblioteca del colegio, un 24% la visita semanalmente, y un 22%, mensualmente. Así mismo, el 23% de los profesores dio clases en la biblioteca, y el 77% no realizóninguna actividad relacionada con la biblioteca. El 76,4% se limita a trabajar con el libro de texto, pero no impulsan a los alumnos a la lectura.

Alguien consideró que lidiar con las bibliotecas y la adquisición de los libros podría ser una tarea relativamente sencilla, aunque posteriormente afirmó que se equivocó. Los bibliotecarios podemos pelearnos sobre si tenemos voz y voto en los medios de comunicación o dentro de la sociedad, si lo deseamos, pero el frentismo con los editores y/o con nosotros mismos no va a ayudar a mejorar ni nuestra situación, ni la de las bibliotecas, ni la de nuestros usuarios, ni la de la sociedad en general. Tan sólo buscando apoyos y cooperando con ellos, conseguiremos la mejora de esta situación.

Publicado en Profesión

2 comentarios

  1. Cara a la galería, los políticos sólo creen necesario en una biblioteca: que esté abierto al público las más horas posibles, aunque sólo sea como sala de estudio y sin atención bibliotecaria; y que tenga acceso a Internet, para presumir de que el ayuntamiento está embarcado en las nuevas tecnologías.

    La cantidad de libros, la calidad, variedad y novedad de estos les es indiferente.

    Ante esta panorama, que el que atiende al público sea un profesional bibliotecario o un peón de obra tampoco le preocupa gran cosa.

  2. Sobre todo en los pueblos en los que parece que cualquiera está capacitado para llevar correctamente una biblioteca. Lo digo por experiencia…

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