Como todos los años, con las Fallas llega a Valencia y se va la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. En realidad éste es uno de los pocos motivos por los que espero que lleguen las Fallas: para pasearme entre montones de libros viejos buscando a saber qué tesoro escondido.
La primera vez que acudí a esta Feria me extasié contemplando libros del XVII y XVIII que se exhibían sin pudor al alcance de todos. Por aquella época ni me había planteado estudiar Biblioteconomía y poder tener en mis manos aquellos tesoros bibliográficos me impactó profundamente.
Para ser sincera, con lo que realmente disfruté fue recorriendo el interior de las casetas, por aquel entonces cerradas y dispuestas formando barracones, que con sus pasillos claustrofóbicos y el polvo de los libros flotando de puesto en puesto me envolvían en una realidad mágica.
Recorría los pasillos de aquellas casetas buscando libros a precios de saldo, ya que mi economía estaba aún peor que ahora, y recuerdo que aquel primer año me arruiné comprando decenas de cómics para completar mi colección de Asterix y Tintin en francés, y numerosas novelas policíacas y de ciencia-ficción, que era lo que me había dado por leer aquella temporada.
Ningún año volvió a ser como aquel: el asombro y el deleite.
Ahora, una de las pocas tradiciones que sigo es cada año recorrer las casetas de la Feria siguiendo un mismo ritual: voy a primeros de marzo en cuanto empieza, para ser de las primeras en contemplar los secretos que los libreros han atesorado celosamente, y vuelvo los últimos días, por si han repuesto más libros y aún queda alguna joya que hasta ahora haya pasado desapercibida.
Siempre busco lo mismo, aquellos libros que tanto me hicieron disfrutar en mi infancia y adolescencia cuando vivía prácticamente en la biblioteca de mi barrio y que hace mucho quedaron descatalogados y, por lo tanto, inaccesibles.
Aunque hace más de 10 años que vuelvo a la Feria, nunca he podido encontrar ninguno de aquellos libros que tanto anhelo, pero no he perdido la esperanza de poder hallarlos y año tras año recorro las casetas buscando la perla perdida que me alegrará el día…
Lo cierto es que la primera vez que acudes a la Feria del Libro Antiguo estás maravillado ante lo que ves. Sin embargo, cuando año tras año te vas percatando de que los libreros siempre exponen los mismos títulos, te vas sintiendo defraudado.
Una lástima, la verdad.
A mí también me resulta ahora frustante ir a esta Feria, pero aunque no compre casi nunca disfruto mucho mirando libros.
Tengo curiosidad por saber cómo serán ferias de este tipo en otras ciudades, a ver si son mejores o viene a ser lo mismo…
Nada, siempre es mejor pasarse por París – Valencia, que aunque tampoco es que haya mucho, a veces se puede cazar algo interesante…
Estas ferias cada vez son más decepcionantes, sólo hay restos de edición de colecciones que se venden en kiosko. En efecto, mejor patearse Paris-Valencia, ahí si que hay a veces auténticos tesoros, recuerdo haber comprado allí por un precio irrisorio los libros de la colección Nueva Clío, que eran muy caros cuando estudiaba la carrera. Pero también ha bajado mucho la posibilidad de encontrar algo interesante…