Pregunta de examen de primero de carrera: La unidad más pequeña de información es… el bit, obviamente. Un 1 o un 0, un sí o un no, un encendido o un apagado, un existe o no… cuánta información puede ser contenida en un punto. A partir de aquí, podemos desarrollar múltiples combinaciones de estos bits hasta poder configurar todos los datos que deseemos. Cualquier dato.
Pero nosotros, los seres vivos, también somos datos, datos que constituyen información que a su vez hacen de nosotros una fuente casi inagotable de ella. Podríamos centrarnos en la unidad más pequeña viva de la que disponemos, la célula, y que contiene toda nuestra información, pero no deseamos ponernos más filosóficos de lo que ya estamos. Pero dejemos de un lado el punto de vista micro y pasemos al macro, desde el mismo momento que pisamos el andén de una estación de metro, mientras miramos de izquierda a derecha, ya nos encontramos transmitiendo información. La ropa que llevamos, si miramos el cartel de horarios, si lo marcamos con el dedo mientras alineamos las columnas, la posición de nuestro cuerpo mientras nos sentamos en los escasos bancos de la estación, todo ello constituye información de lo que esperamos y más o menos de lo que somos. Puede que seamos más o menos conscientes del hecho de transmitirla, pero de hecho lo hacemos.
Nuestros amigos y familiares tienen más información de nosotros de la que podamos concebir, se han dedicado durante mucho tiempo a recopilarla y a interpretarla. Si sonreímos, si guiñamos un ojo, si utilizamos una frase hecha, una mirada, una sonrisa seguramente saben exactamente lo que queremos decir. De hecho, pueden llegar a tener tanta información de nosotros que conocen nuestros movimientos y cómo nos comportamos ante determinadas situaciones, no es telepatía, es conocimiento o, simplemente, previsibilidad.
Pues bien, a todo esto, que podríamos definir como antropológico, podemos añadirle un elemento más que puede complicar la información que transmitimos hasta el infinito: La Tecnología. Los dispositivos tecnológicos a los que nos estamos acostumbrado también son capaces de enviar y recibir información, alguna de ella la emitimos y la recibimos nosotros (llamadas o sms), además de otras puede que no desearíamos enviar. Por ejemplo, se puede localizar un móvil mediante una triangulación de antenas, pero si a esto le añadimos que los últimos modelos de móviles disponen de puertos de comunicación Wireless, la información que podemos llegar a transmitir es ya ingente.
El ejemplo más sencillo, y no sé si más cruel, es el de Paris Hilton. Esta mujer disponía de un teléfono móvil de última generación, con agenda y cámara fotográfica, además de puertos bluetooth. Sin embargo, fue hackeado al estar protegido por una clave bastante sencilla: El nombre de su chihuahua. Los datos que contenía su móvil eran comprometedores para ella y para sus conocidos. La lista de contactos telefónicos fue publicada en Internet y más de uno tuvo que cambiarse de número de teléfono móvil, mientras que una serie de fotografías bastante personales, y algunas subidas de tono, se hacían públicas.
Aunque el caso podría no pasar de ser anecdótico, no lo es debido a la complejidad de estos smart phones que implica la existencia de un sistema operativo y si existe un sistema operativo con disponibilidad de puertos abiertos, existe peligro de entrada de virus.
Virus que, como si de los biológicos se tratase se propagan por el aire, de teléfono a teléfono por el descuido de sus propietarios. Pero esto no es ciencia ficción puesto que ya existen este tipo de virus, el problema radica en que si estos virus se dedicasen a recopilar agendas telefónicas (Datos) y a transmitirlas el envío de spam por teléfono móvil sería más que un problema. No podemos olvidar que el teléfono móvil es ya una enlongación de nosotros mismos, ya no llamamos a un lugar llamamos a una persona (rezaba el anuncio) que se encuentra identificada mediante un número que es ya casi tan importante como el DNI. Unos cuantos datos más de nosotros mismos.
Somos datos, sí, pero cuidado con que no nos los roben.
La primera parte de tu artículo me ha traido a la memoria la cadena informacioal, qué tiempos aquellos!!! en primero de carrera con aquello de Datos – Información – Conocimiento 😀 ainsss que nostalgia!!!
Sobre Paris Hilton…. jejejejejeje habeis visto las fotos??? 😛 jajajajajaajajaajajaj.
Sobre los teléfonos móviles… a mi, como no sea en el movil no me encuentra nadie, si se me perdiese /robasen sería una faena gorda… mi movil tiene Blue Tooth… pero mis fotos no son ni someramente tan interesantes como las de Hilton, y mi agenda es bastante normalita…
Somos datos, en efecto, pero volviendo a la cadena del conocimiento, también somos información, y poseemos conocimiento… por lo tanto, si nos roban los datos, aún nos queda esa información y ese conocimiento.
¡Ay! Aquella época lejana en que podías estar ilocalizable o mentir vilmente diciendo que no te habían pasado el recado de teléfono, cuando lo que querías era escaquearte, o qué mal funciona el correo, cuando realmente no habías mandado esa postal desde tu lugar de vacaciones.
Todo el que me conoce sabe que no soy muy aficionada al móvil y que odio hablar por teléfono, pero en esas épocas de mi vida en que estoy entre trabajo y trabajo (o más bien, entre beca y beca), cómo se me olvide un día el móvil me da la paranoia de que voy a perder una oportunidad laboral única y casi lo llevo injertado a la mano.
Bueno, la idea era sugerir que la tecnología expande nuestro modo de transmitir datos y, por ende, información. Sí, las fotos son información.
Creo que ahora vemos de modo completamente distinto a Paris después de ver las fotos de su móvil. 😛