Publicado por Ferran Mascarell, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, en el diario El País. Edición Cataluña, 07 de noviembre de 2004
Los usuarios de bibliotecas no tienen vidas aisladas: sus preferencias y gustos reflejan las preferencias y los gustos que tienen los lectores en este país. Preocupación por el bajo índice de lectura. No es una opinión personal, es el legítimo sentimiento, no sólo patrimonio del sector editorial, que muchos tienen al ver las cifras y los porcentajes de lectores en este país; cifras que, año tras año, constatan una realidad que parece haberse enquistado.
Pese a ser una preocupación lícita, como encomiable es la búsqueda de soluciones, quienes tenemos alguna responsabilidad en la promoción de la lectura -sin duda, un bien de primera necesidad- hemos de poder dejar atrás un escenario, el actual, dominado por un cierto derrotismo y ennegrecido con la tinta de titulares que siempre que se refieren al binomio libros-lectores lo hacen en un tono apocalíptico. ¿Cómo hacerlo? Hablando de los otros, de los miles de personas que sí leen. Sumemos las porciones de felicidad que éstos encuentran en los libros y veamos que la literatura, la palabra escrita, sigue siendo vital para muchos de nosotros.
Hurgar bajo las estadísticas de lectura, materia prima de unos titulares que suelen fijar su atención en el pasotismo lector de adolescentes y jóvenes, permite encontrar curiosidades y realidades que, creo, deben conocerse. Es lo que pasa, por ejemplo, con las estadísticas trimestrales que elabora la Red de Bibliotecas Municipales de la provincia de Barcelona, que agrupa un total de 160 centros, de los que 29 -el último, Bon Pastor, inaugurado ayer- están en Barcelona. Si nos fijamos en la lista de libros más leídos en estas bibliotecas, verdaderas creadoras de opinión, veremos cómo se parece a la lista de libros más vendidos que podemos encontrar en cualquier periódico.
Constatamos que las bibliotecas, los usuarios, no tienen vidas aisladas: sus preferencias, sus gustos, reflejan con total claridad las preferencias y los gustos que tienen los lectores en este país. Es más, un libro leído que guste a un usuario es un libro recomendado que se lee o se regala, o ambas cosas.
Entre los pasados 1 de julio y 30 de septiembre el libro que más préstamos registró en la provincia de Barcelona fue El código Da Vinci, de Dan Brown.
En total, 1.080 usuarios (598, en catalán; 482, en castellano) quisieron saber qué misterio se esconde tras la sonrisa de la Mona Lisa. Se trata, ¡fijémonos bien!, de una cifra importante: cada día, durante tres meses, este Harry Potter para adultos registró 12 nuevos lectores. El top ten se completa con nueve títulos que han estado, o están, en las listas de los libros más vendidos: La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón (720); La pell freda, de Albert Sánchez Piñol (610); Cuentos para pensar, de Jorge Bucay (572); Harry Potter i l’ordre del Fènix, de J. K. Rowling (554); Pa negre, de Emili Teixidor (545); El heredero, de Johanna Lindsey (541); Les set aromes del món, de Alfred Bosch (527); La meitat de l’ànima, de Carme Riera (514), y Amigos absolutos, de John Le Carré (487). Una lista, asimismo, que contiene algunos de los títulos más leídos en España durante el tercer trimestre de 2004, según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE); entre éstos, El código Da Vinci, La sombra del viento y Harry Potter y la Orden del Fénix.
Si nos fijamos un poco más en la lista de libros más leídos en las bibliotecas de la provincia de Barcelona encontraremos otros titulares. Uno nos habla de las preferencias de los usuarios por el catalán: 6 de los 10 libros más prestados el trimestre pasado estaban escritos en catalán. Otro, también lingüístico, destaca el hecho de que ante una novela traducida el lector se inclina por el catalán. De hecho, las preferencias por el catalán son mayoritarias entre los lectores más jóvenes. Así, 8 de los 10 cuentos más leídos por niños de entre 0 y 5 años están escritos en catalán. Esta proporción sube en el top ten de cuentos para niños de entre 6 y 9 años, donde lo son 9 de cada 10, y en el de niños de entre 10 y 12 años: los 10 cuentos más leídos están escritos en catalán.
Una convivencia avanzada se construye y se asegura con la cultura. Son palabras del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con las que no puedo estar más de acuerdo. La mejor política cultural es la que construye y fundamenta modos de vivir y de convivir más libres, más democráticos, más creativos, más justos, más inclusivos y más solidarios.
Las bibliotecas tienen, en este sentido, un papel decisivo, papel que se ve correspondido con unos equipamientos que poco o nada tienen que ver con la libresca concepción que algunos todavía tienen de ellos; se trata de centros modernos y acogedores que no dejan de sorprender a quien los visita; con personal preparado, fondo actualizado, conexión informática y programas de fomento de la lectura. Espacio de amigos, como le gusta definirlo a Tahar Ben Jelloun, al frente de los cuales encontramos a bibliotecarias y bibliotecarios que, antes que nada, son lectores.
Los libros, nos lo repiten los clásicos, han ganado más guerras que las armas. Pongamos las herramientas necesarias, pues, para acabar de una vez por todas con la amenaza que se cierne sobre las letras.
Todavía estoy esperando el día de encontrar un ejemplar disponible de Harry Potter 😛 jajajajajajaa
Totalmente de acuerdo, las bibliotecas son todo eso y mucho más, no obstante, en este país, no se fomenta para nada su uso, preo si la compra de libros.
Pondré un ejemplo que me da en las narices todos los días, como plan de fomnto a la lectura en el metro de Madrid (no se en el resto de metros) van unos cuantos años de «carteles» con fragmentos de obras literarias, el pie de imprenta reza: Continua en tu librería.
Y digo yo: Y en tu biblioteca….
Y digo yo: y en el metro.
Si se pueden repartir Quijotes a un euro ¿No se pueden editar libros de relatos y dejarlos en el metro? A los lectores se les ruega que cuando lo terminen lo dejen en el metro, pero si se los llevan tampoco supone tanto gasto y enganchas a la gente a la lectura. Si pones carteles para leer de pie en el metro, no estás aficionando a nadie a la lectura. Si le das un libro para que se lo lea sentado mientras transita bajo la ciudad, probablemente aficiones a alguien a la lectura.