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Calsi: El club de los monólogos

Entre la variedad de reuniones profesionales que existen –congresos, jornadas, simposios, seminarios, etc.-, creo que el caso de los Workshops es el que más se aleja de su definición. Aunque enmascarado por el término inglés Workshop, no deja de ser más que un taller; lo que a mi entender hace énfasis en la interacción e intercambio de ideas, en el trabajo en equipo. Y no es eso lo que pudimos ver en la última edición del Workshop Calsi, aunque las ponencias estaban enmascaradas bajo el título de mesas redondas.

Cuando acudí la primera tarde al Workshop, y vi que estaba asistiendo a una sucesión de monólogos, sin apenas opción a la réplica y a la discusión, lo achaqué al retraso de la inauguración del evento y a la poca participación que en ocasiones se da por parte del público. Pero los días siguientes, la tónica fue la misma: lo que debería haber sido una exposición de ideas básicas de cada ponente y un interesante debate entre sus diferentes criterios y puntos de vista, no era más que un soliloquio tras otro, ni rebatido, ni contestado.

Otros han reflejado en sus blogs lo que allí se dijo y se vio; pero lo que se comentaba delante del café, en los descansos, era lo mucho que se echaba en falta ese intercambio -que no exposición- de ideas entre los contertulios, y que era la verdadera razón por la que todos estábamos allí.

Hubo algún intento de convertir los monólogos en conversación, pero fue inútil. En contra de los propios dinamizadores de la mesa, el desarrollo del Workshop siguió el camino que había iniciado, y terminó tal como había empezado.

Se trataron muchos y variados aspectos de la documentación digital, con mayor o menor interés para los asistentes, con mayor o menor discrepancia entre los conferenciantes; pero ninguna conclusión pudimos sacar de todo ello, como no fuera la propia.

Y no es que me lleve las manos a la cabeza, ni me sorprenda por cómo se desarrolló la reunión; no es la primera vez  que nos dejamos arrastrar por nuestro interés en esta profesión, y supongo que estamos curados de espanto.

Después de todo, la razón final para seguir asistiendo a esta clase de eventos es el reencuentro con viejos amigos y compañeros, y el poder intercambiar ideas –esta vez sí- con gente como Catuxa y Vanesa, Javier, Didac y Marcos.

Así que, hasta la próxima.

Publicado en Actividades y Congresos

4 comentarios

  1. Esta vez, yo no puedo añadir nada. Yo no pude asistir, aunque me hubiese gustado estar presente en la sesión sobre la Web 2.0, sobre todo para que me explicasen los expertos algunos puntos que no acabo de tener muy claros.

    Sin embargo, esto de trabajar tiene sus cosas negativas y al final no puedes acudir a todo lo que te gustaría. Una lástima porque sé que Javier estuvo por Valencia y por distintos motivos no pude llegar a saludarle.

    Sobre la cena, muy ilustrativa, es curioso lo mucho que me queda por aprender. Nos veremos en otra ocasión, sin dudarlo.

  2. Esta es la crítica sincera y constructiva que sólo una amiga te puede hacer. Asumo mi parte de responsabilidad, igual he de empezar a pensar en PowerPoints con una diapo por cada 2 minutos y no por cada 1, o marcarme unos máximos de diapos muy limitados (15, por ejemplo).

    En todo caso, os puedo asegurar lo que intimida estar en esos foros y matizar algo a otro compañero.

    y en el PowerPoint de la próxima mesa redonda llevo 43 diapos… ya puedo empezar a borrar.

    Taambién fue un placer volver a veros

  3. No creas Didac que es una crítica contra los ponentes, más bien contra la organización del evento.
    Seguro que os dijeron: «tenéis 20 minutos para contar vuestro rollo», y sumando, sumando, ya no quedó tiempo para nada más.
    Tendría que haber sido algo más breve en cada exposición y, en el debate, todo el tiempo del mundo para desarrollar y defender las ideas de cada cual. Aunque comprendo que esto es mucho más comprometido, es lo que realmente enriquece.
    En cualquier caso, todo un placer escucharos.

    Y Marcos, en el FESABID falté yo, ahora tú, pero mientras haya alguien que lo cuente…

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