Daniel Boorstin, ganador de un premio Pulitzer e historiador social que fuera bibliotecario de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos durante 12 años, murió en el hospital Sibley Memorial de Washington DC en abril de 2004 a la edad de 89 años.
Boorstin, que era también abogado y fue profesor durante 23 años en la Universidad de Chicago, escribió más de una veintena de libros, entre ellos dos importantes trilogías. La primera sobre la experiencia estadounidense y la otra sobre la historia intelectual del mundo vista a través de los prismas de los descubrimientos científicos y geográficos, la obra de los artistas creativos y las ideas de profetas y filósofos. Como bibliotecario de la Biblioteca del Congreso entre 1975 y 1987, Boorstin aportó literalmente ráfagas de aire fresco a una institución pesada e intimidante cuyos 241 kilómetros de estantes y 19 salas de lectura eran tierra incógnita para la gente de apie e incluso para muchos eruditos. Suya fue la orden de que las majestuosas puertas de bronce de la biblioteca más grande del mundo permanecieran abiertas, instalando a la entrada mesas de pic-nic y bancos. En ella, fundó un centro para estimular la lectura y organizó conciertos y acontecimientos multimedia para el público en general. Rememorando su orden de mantener las puertas abiertas, en cierta ocasión comentó: «Decían que eso podía producir corrientes de aire, y yo contesté: ‘Estupendo, eso es justamente lo que necesitamos».
Boorstin, hombre de energía prodigiosa que escribía casi todos los días, casi todo el tiempo, tropezó con una pequeña complicación en su sesión de confirmación ante el Senado. Algunos senadores le exigieron que no escribiera mientras trabajara como bibliotecario. Por supuesto que se negó a dejar de escribir, pero se comprometió a hacerlo en el tiempo que era suyo. Y así lo hizo: escribía por la noche, los fines de semana y de cuatro a nueve de la tarde los días de diario. Boorstin, un hombre ingenioso, poco dado a los formalismos, políticamente conservador y partidario de las corbatas de pajarita y las ideas no convencionales, proporcionó a Estados Unidos hace cuatro décadas una visión fugaz de su futuro de reality show y sesiones fotográficas. Introdujo la noción del «seudoacontecimiento» para describir eventos, como las conferencias de prensa y los debates televisivos, que se organizan para conseguir cobertura en las noticias y moldear la opinión pública. En su libro de 1962, The Image: Or What Happened to the American Dream, Boorstin citaba los debates entre Kennedy y Nixon que, según él, habían reducido los temas de interés nacional a muestras triviales de arte dramático.
Boorstin desarrolló sus teorías sociales en una efusión constante de libros que fueron populares entre muchos lectores y críticos, aunque no siempre lo fueran entre los demás historiadores. Su primera trilogía Los americanos con los subtítulos de La experiencia colonial (1958), La experiencia nacional (1965) y La experiencia democrática (1973), obtuvo muchos premios. El primer volumen ganó el premio Bancroft, el segundo ganó el premio Francis Parkman y el último, que se centraba en los empresarios e invenciones del siglo posterior a la Guerra Civil, recibió el premio Pulitzer de historia de 1973. También ganó el Premio Nacional del Libro por su prestigiosa colaboración a las letras estadounidenses en 1989.
La segunda trilogía -un enorme edificio de erudición y palabras dedicadas a la historia intelectual del mundo, pero dirigida al lector medio- estaba compuesta por Los descubridores (1983), que se centraba en los exploradores geográficos y científicos; Los creadores (1992) sobre los artistas y su contribución; y Los buscadores (1995), que examinaba las ideas y las vidas de dirigentes religiosos y filósofos. Aunque el ámbito del libro era amplísimo, su enfoque histórico era típicamente realista: las vidas de la gente, sus preocupaciones diarias, los utensilios que utilizaban, la forma de resolver los problemas cotidianos.
Es interesante conocer a gente que ha estado al frente de una biblioteca de semejante embergadura y no se ha limitado a asumir un papel meramente «representativo», sino que ha incentivado su evolución y ha permitido la entrada de «corrientes de aire».
🙂
Gran personaje… sin duda sería importante que los «grandes bibliotecas de grandes bibliotecas» pusieran el empeño en seguir la filosofía de este gran hombre: muchas corrientes de aire, eso es lo que necesitamos para renovar el aire viciado de muchas bibliotecas.
[…] ¿Es posible que la actual directora de la Biblioteca Nacional de España, Rosa Regás, sea nuestra Daniel Boorstin, bibliotecario de la Library of Congress que inició la apertura de la institución a la sociedad norteamericana? El País Semanal nos lo descubre en un artículo del pasado domingo Biblioteca Nacional, esa desconocida, totalmente recomendable. […]
Grato, gratísimo conocer más de este personaje, a quien conocí a través de Los descubridores, en primera instancia. De esos libros que uno puede tener siempre junto a la cama y leer un poco en la página que sea.
🙂
[…] Daniel Boorstin, historiador, bibliotecario y ganador de un premio Pulitzer – Enlace en Wikilearning […]
ME PARESE UNA FARSA QUE UN PROFESOR DE ESPANOL NOS PONGA A LEER ESTO QUE LA VERDAD NO NOS SIRVE PARA NADA
Los Descubridores y Los Creadores de Boorstin son posiblemente los mejores y mas sencillos textos escritos sobre la evolucion del conocimiento humano. Deberia ser de obligada lectura en los institutos. Y por supuesto una lectura reconmendada para cualquier adulto. Dudo que sean conocidos por mucha gente.
[…] ejemplo, en este mismo sitio recogimos la figura de Daniel Boorstin, un escritor que cuando llegó a la dirección de la Biblioteca del Congreso estadouniden… a la sociedad, y de forma paralela contemplamos a la polémica Rosa Regás como nuestra […]
[…] Boorstin, Daniel J.: Los descubridores. 4a. ed. Barcelona : Crítica, 1998 […]